«Algo no estamos haciendo bien». El sociólogo José Manuel del Barrio entona un «mea culpa» extensible a políticos, administraciones, grupos de desarrollo o sesudos estudiosos, tampoco es ajena la propia sociedad. Lo planteaba en la mesa redonda sobre «Propuestas para el mundo rural de la provincia de Zamora» organizada por la asociación El Cigüeñal.

Del Barrio abrió, una vez más, el melón del tan traído y llevado debate sobre el presente y futuro del medio rural. Activo participante en multitud de mesas y coloquios, el profesor de la Universidad de Salamanca recordó su última intervención, hace apenas unos meses, en el Senado, invitado por la Comisión de Entidades Locales. Allí resonaron los ecos de la realidad de los pueblos: despoblación, envejecimiento, falta de servicios, falta de oportunidades para jóvenes y mujeres... También evocó la «famosa Agenda de Población» impulsada por la Junta de Castilla y León «con unos objetivos extraordinarios pero que no se ha hecho ni una valoración porque los resultados serían catastróficos».

Y así hasta que hemos llegado al proyecto sobre la ordenación del territorio que, como recordó José Manuel del Barrio, no ha logrado el consenso deseado. Para el estudioso hay que partir de una premisa: «el contexto del medio rural actual no tiene nada que ver con el de hace dos o tres décadas; es un error diseñar políticas pensando en un mundo rural que se ha esfumado porque, nos guste o no, ya no pivota sobre el sector primario, han emergido otras actividades vinculadas al sector servicios», y eso supone nuevos actores sociales y nuevos grupos.

Consideraciones al margen, «en términos de futuro el gran objetivo es incrementar la calidad de vida y el bienestar de los ciudadanos». La madre del cordero es «cómo hacerlo». La receta de José Manuel del Barrio es clara: concepto de comarca. «No se puede gestionar el futuro desde una óptica local y municipal, hay que enfocar el destino desde una visión comarcal; una visión localista nos perjudica a todos».

Fue más allá: «el papel de las diputaciones en el siglo XXI no tiene ningún sentido». Entre otras razones porque servicios básicos como sanidad o educación los gestiona la Junta y esas competencias las podría asumir igualmente en servicios sociales.

Y llegados al estrato del ciudadano, sostiene del Barrio, «la clave tiene que ver con el capital social, la capacidad de la población de trabajar de manera cooperativa, tejiendo redes sociales, viéndose las caras unos a otros y decidiendo su futuro». El ponente recordó que «hay estudios sobre territorios y ámbitos que con similares recursos han alcanzado mejores cuotas cuando el capital social ha mejorado».

Luis Miguel Mota, ambientólogo y agricultor en Pozoantiguo que también fue técnico de desarrollo rural, evocó también el debate «histórico» sobre el futuro del mundo rural. «Desde el inicio de la democracia se han planteado muchas políticas, surgió la iniciativa Leader que no se puede perder». Con un planteamiento realista de quien vive en un pueblo y del sector primario, Mota abogó por «dejar de marear la perdiz y actuar porque lo contrario nos lleva a más despoblación».

Lamentó la proliferación de planes de desarrollo «que se quedan olvidados en las estanterías». A su juicio el problema radica en el contexto de «una sociedad global que no apuesta nada por lo pequeño. Es un problema del sistema, por mucho que hablemos, lo rural no encuentra hueco porque aporta pocos votos». Aún con todos los males que acosan al medio rural, Luis Miguel Mota considera que los problemas «no son de los pueblos, son de la sociedad; hay situaciones y actitudes que son comunes al pueblo y a la ciudad».

Prudencia Garrote, portavoz de la Plataforma en Defensa de la Sanidad Rural de Sayago y habitante rural, trazó un relato en primera persona de la vida en un pueblo de 24 vecinos, de los cuales 9 tienen entre 80 y 90 años, y ninguno tiene entre 0 y 20. Los últimos «resistentes» que viven en Monumenta. «Casi nos conocemos hasta el DNI», expresó con el mismo desparpajo que contaba cómo el humo de la chimenea o una persiana subida son el aviso diario durante el invierno de que todo está en orden en la casa.

Garrote no desaprovechó el coloquio en la Biblioteca Pública para cargar contra las administraciones «que ven números y no personas» y que cobran los impuestos «como al resto de los mortales aunque para nosotros los servicios dejen mucho que desear». Y pese a que admitió que «es muy difícil salir del círculo del pesimismo, yo mientras pueda quiero resistir y seguir peleando».

Una bocanada de positividad que también quiso transmitir José Lorenzo, moderador del debate e historiador, quien apostó por «valorar lo que tenemos en comparación con otros territorios». E invitó a los ponentes a buscar un punto de vista igualmente optimista. «Vivo muy a gusto en el pueblo, con sus problemas pero es una forma de vida para mi muy enriquecedora». José Manuel del Barrio invitó a «aprovechar los vientos favorables de modas como la tranquilidad, el aire limpio, el paisaje... Todo eso no lo da el mundo rural».