Tomás Castaño Fernández, con un invierno y una primavera tan lluviosos, vuelve sus recuerdos de infancia en Alcorcillo, cuando, tras un viaje a Zamora que duró dos días en el Seminario, regresó al pueblo donde su padre le buscó la profesión de pastor: "Allá por 1932 la vida era dura y a pesar de las adversidades teníamos que sacar el ganado todos los días a pastar al campo, nevara o lloviera, daba igual. Aguantábamos el agua todo el día bajo la capa parda alistana de paño y cuando regresábamos por la tarde estaba empapada. La colgábamos de un varal en la cuadra de las vacas para que se secara durante la noche y al día siguiente de nuevo a la faena. Entonces si llovía y nevaba y no había paraguas".

Mientras las intensas lluvias se espera contribuyan a mantener estables los acuíferos durante el verano, el lado negativo está en el encharcamiento de fincas de cultivo. Los ríos Manzanas, Frío, Aliste, Cebal, Espinoso, Cabrón y Mena han mantenido durante varios días, al desbordarse, anegadas las huertas de ribera reservadas para la siembra de patatas, fréjoles, pimientos o tomates. "Este año vamos a andar mal, van a tardar mucho en secarse, en poder ararse y sembrarse, son lagunas y esos, para el fruto mal, porque va a quedar muy mal labrada y luego llegarán las enfermedades de las plantas".