"El miedo es el estado natural del valiente". La frase de Juan Belmonte la hace suya José Luis Vega. ¿Y quién es José Luis Vega? Un novillero colombiano de 21 años que protagonizó una huelga de hambre en Bogotá, en agosto de 2014, en protesta por el cierre de la Santamaría, la plaza de toros capitalina. Estuvo a punto de morir por una idea, por una ilusión. Y es que, a veces, el sentir es más que el ser. José Luis Vega estiró la cuerda de la existencia hasta casi romperla. Apretó hasta lo indecible, hasta perder el conocimiento. Lo hizo junto a un puñado de compañeros. Pero, seguro, de haber sido otro el ámbito, también hubiera tenido junto a él a los 29 chavales y una chavala que este fin de semana inician el principio del todo (o de la nada), con su participación en V Bolsín Taurino Tierras de Zamora.

¿Y quién es José Luis Vega?, reitero. Un joven que se sostiene firme sobre la cuerda áspera y deshilachada de la ilusión. Su cuerpo tuvo que ser reanimado por la medicina, pero su alma vuela sin antibióticos. Desde entonces, desde hace año y medio, vive infectado por un virus que cursa con verónicas de aire, naturales curristas y bemoles rinconianos (de César Rincón, claro). Planeó el Atlántico a hombros y aquí, en la cuna de la tauromaquia, espera volar sobre el triunfo etéreo solo al alcance de los elegidos.

Vive en Navas del Rey, en la comunidad de Madrid (no confundir con el municipio vallisoletano Nava del Rey) y de allí va y viene, de tentadero en tentadero. No vive para otra cosa que para bregarse y mancharse de torero. "Lo importante es aprender", sentencia, y en esas está en la escuela taurina del pueblo madrileño. "España me ha recibido muy bien, estoy toreando mucho, hasta "patas blancas" de Vega-Villar". Suma miles de tentaderos en España, en su tierra y en Ecuador. Su único objetivo: enarbolar la bandera del triunfo; le va en ello casi todo.

¿Y quién es José Luis Vega? Un joven de familia humilde, muy humilde: "Mi madre vendía todo tipo de artículos en un puesto al aire libre, junto a la plaza de Bogotá (eso explica su afición), yo le ayudaba; ahora el negocio se ha venido abajo con el cierre del coso...". Ha conseguido venir a España "porque tengo miles de personas detrás, gente que me está ayudando a quien nunca pagaré su esfuerzo".

Su plató de televisión fue, sin duda, la huelga de hambre. "Tuvo mucha proyección, más en España y otros países que en Colombia, donde pasó más desapercibida". La intención de los huelguistas estaba clara: "Fue una reacción natural porque queremos ser toreros. La experiencia fue dura y gratificante a la vez, no somos asesinos, buscamos poder expresar lo que sentimos, pero a mucha gente en Colombia le dio igual...". En su país, la fiesta de los toros "se ha venido abajo por los políticos, allí prefieren ser animalistas". La Corte Suprema dio la razón a los movilizados y decretó la reapertura de la Santamaría en contra de la decisión tomada por el alcalde, Gustavo Petro. Pero todavía no han vuelto los toreros al coso. Ahora está en obras. "Esperamos que antes de que finalice el año se pueda celebrar algún festejo".

Él lleva un mes en España y espera ahormar el tiempo para adaptarlo a sus ilusiones. "No soy un iluso, sé que es muy difícil salir adelante. Solo tengo mi fuerza de voluntad y la fe en Dios. Lograr el reconocimiento de los demás es mi gran sueño, sobre todo para agradecer lo que tanta gente está haciendo por mí".

El novillero colombiano cree que España "es el lugar ideal para aprender". ¿Por qué? "Porque hay muchos encastes, mucha más variedad; el toro embiste de forma diferente, aprendes en contacto con los maestros o con sus leyendas. Las suyas: Diego Urdiales, César Rincón, Manzanares padre e hijo, José Tomás...

Ve con preocupación "el avance constante de los animalistas, la pérdida de valores de una sociedad cada vez más maleable, más sensible a lo que viene de fuera, a las contradicciones, a la falta de respeto por lo establecido". Para él, la solución es volver a la familia, "a los principios que nos hacen más fuertes, aunque para ello tengamos que pasar por etapas de disciplina; nada llega sin esfuerzo, y si así ocurre, dura poco".

No va de gallito. "Pues claro que siento miedo cuando estoy delante de una res. El miedo es el estado natural del valiente.., pero hay que sobreponerse. Detrás de esa sensación negativa, pero natural, hay otro horizonte; hay una plástica, la transmisión de sensaciones, un marco que hace sentir a un conjunto de personas...".

José Luis Vega está muy agradecido al Foro Taurino de Zamora por el apoyo que le ha prestado (y le está prestando) para llevar a cabo la aventura española. Él lo personaliza en un nombre que dice y al que tacha de "bendición". El nombre se enmaraña entre el ruido de la línea telefónica. Con una vez que se diga basta.

Pero José Luis Vega sabe que no tiene "enchufe", que tendrá que disputar el bolsín "a cara de perro". "Ganará el mejor y yo lo único que puedo hacer es intentarlo. El resultado está en manos del jurado y de Dios".

Como él, como José Luis Vega, 29 chavales y una chavala ponen desde hoy sobre el redondel sus sueños. Se miden a sus limitaciones y a las del grupo. Hacen el camino inverso y vuelven desde la urbe al pueblo, a enfrentarse con un animal que reparte futuro entre embestidas. El tiempo está húmedo, creador, no puede haber mejor hurmiento para hacer crecer el pan de la esperanza, que sabe a gloria que, siempre, por desgracia, es selectiva. No todo el mundo cabe a la vez en la misma carretera.