La Virgen de la Soledad de Trabazos vivió uno de sus momentos álgidos el día 2 de marzo de 1714 cuando el vicario general de Aliste, Domingo de Bustamante, aprobaba el voto y la Concordia hecho por los concejos de Viñas, Rábano y Sejas, colindantes a Trabazos, para acudir en rogativa pública el 8 de mayo, día de la aparición de San Miguel Arcángel, cada pueblo con sus imágenes e insignias a la ermita campestre "para implorar de la piedad divina el socorro de las lluvias".

Todo apunta a que dicho voto se fue cumpliendo hasta que a comienzos del siglo XIX, allá por 1817, surgían las primeras disensiones entre el concejo de Viñas y su cura, ya que éste se negaba a hacer la rogativa. Ante el malestar creado, José de Fuentes y Toro, en representación de los tres concejos, visitó al vicario general transmitiéndole el malestar por la actitud reacia del párroco de Viñas a continuar con dicha festividad, a pesar del parecer contrario del concejo.

La visita dio sus frutos y el vicario general despachó autorizando de todo punto dichas procesiones, con acuerdo al orden y concierto que se debe a tales actos, a saber, salir formados desde la iglesia de cada pueblo en dos filas con las imágenes y estandartes recorriendo el camino con devoción y compostura. Los seglares debían de ir con la cabeza descubierta, llevando sus sombreros y monteras en la mano. En 1817 comenzó el cura de Sejas a decir la misa, turnándose cada año uno de los cuatro curas, bajo la presidencia del de Trabazos.