El Domingo de Resurrección ha llenado de júbilo el mundo rural, que se suma a las celebraciones que coronan la Semana Santa. Es el caso de pueblos como Fuentesaúco, Villalpando, Alcañices o Villaralbo. En éste último pueblo comenzaba la procesión oficial que partía de Nuestra Señora de la Asunción escindiéndose en dos partes. Por un lado marchaba el Resucitado con los sones de la dulzaina y tamboril, mientras que por la izquierda era la Banda de Cornetas y Tambores Jesús Nazareno la que acompañaba a la Virgen, todavía de luto, al encuentro con su hijo Jesús en presencia de numeroso público que, al igual que los cofrades de Jesús en su Entrada en Jerusalén y Triunfal de Resurrección.

Decenas de cofrades de la hermandad, con una vara metálica adornada con flores, marchaban en fila en una mañana muy fría y con amenaza permanente de lluvia, aunque al final solo pinteó ligeramente, sin que hubiera que suspender ni acelerar la duración de la procesión. El encuentro consiste en una vistosa ceremonia en la que los hermanos de carga del Cristo y la Virgen realizan distintas reverencias, antes de dejar los pasos en el suelo para que Nuestra Señora pierda su manto negro y quedar vestida completamente de blanco. Una niña soltó unas palomas que rápidamente buscaron la libertad en el cielo de Villaralbo, y las imágenes volvieron a hombros para continuar juntas el recorrido.

En Villalpando el Encuentro entre la Virgen y el Resucitado se celebra a las puertas de San Nicolás. Y en Fuentesaúco parten dos comitivas, una acompañando a la Virgen y otra a Jesucristo para reencontrarse en la Plaza Mayor.