Jesús Calvo Prieto pronuncio un emotivo Sermón del Descendimiento invitando al "Amor, amistad, compasión, justicia, sensibilidad y ayuda a los que sufren" aludiendo a las palabras del Papa Francisco "Practicando las obras de misericordia, tanto corporales como espirituales". Y habló de la desaparición progresiva del símbolo de la Cruz: "Desaparece de las casa de los vivos, de algunos edificios públicos, tanatorios y de tumbas de muertos y del corazón de muchos hombres y mujeres a quienes les molesta contemplar a un hombre clavado en la cruz".

Para Jesús Calvo: "Dios es de todos y ama a todos, no sólo a las comunidades cristianas. Ama a todo el género humano, no sólo a la iglesia. Dios no es propiedad de los cristianos. No ha de ser acaparado por una religión, no cabe en ninguna catedral, iglesia, mezquita o sinagoga" En tiempos de guerras y éxodos obligados incidía en que "este Dios que a quien tenemos crucificado, sufre en la carne de los hambrientos y humillados de la tierra, está en los oprimidos defendiendo su dignidad y en los que luchan contra la opresión, alentando su esfuerzo, está en los refugiados y en las largas filas de huidos de la guerra".