Bercianos se metió de lleno ayer, Jueves Santo, en la celebración de la Pasión y Muerte de Jesús de Nazareth. Silencio y tristeza en la ladera de la colina que da a la ribera del río Aliste. El párroco Fernando Lorenzo ofició la Eucaristía de la Cena del Señor con el pueblo postrado a los pies de Cristo.

Y llego el "Gloria" (a Dios en el Cielo) y las campanas de la esbelta espadaña de granito rompieron los sonidos de silencio con su último repique augurando el final de una vida: la del Salvador. Finalizaron toque y canto, Cristo ha muerto, y en señal de luto, las campanas enmudecerán y las matracolas (matracas de hierro y negrillo) serán ahora las encargadas de llamar a los penitentes y a los devotos a los actos religiosos de la Pasión.

El Cristo de a Cofradía, al que con cariño durante siglos se llamó y llama "Cristo Pequeño", colgado de su Cruz, abría la comitiva camino del Calvario. Paso lento y seguro, sin prisas pero sin pausas, -este año el día fue benigno y acompañó-, penitentes alistanos de Bercianos a la antigua usanza, mostrando su tristeza y su dolor ataviados con la Capa Parda Alistana de Honras y Respeto, las mujeres con sus mantos y sus pañuelos negros.

La procesión de "La Carrera" mostró el realismo de las creencias alistanas y la Pasión de Cristo como si el tiempo se hubiera detenido hace ya 1983 años. La procesión contó con la presencia de numerosos alcaldes alistanos y de la presidente de la Diputación, Mayte Martín Pozo que mostraba su apoyo a la Semana Santa como ejemplo de religiosidad, cultura y tradición.