Bercianos de Aliste se ha metido de lleno en la celebración de la Pasión con la Eucaristía de la Cena del Señor con el pueblo postrado a los pies de Cristo. Y llegó el «Gloria» (a Dios en el Cielo) y las campanas de la esbelta espadaña de granito rompieron los sonidos de silencio con su último repique augurando el final de una vida: la del Salvador.

Finalizaron toque y canto, Cristo ha muerto, y en señal de luto, las campanas enmudecerán y las matracolas serán ahora las encargadas de llamar a los penitentes y a los devotos a los actos religiosos de la Pasión.

El Cristo de a Cofradía, al que con cariño durante siglos se llamó y llama «Cristo Pequeño», abría la comitiva camino del Calvario. Paso lento y seguro, sin prisas pero sin pausas, -este año el día fue benigno y acompañó-, penitentes alistanos de Bercianos a la antigua usanza, mostrando su tristeza y su dolor ataviados con la Capa Parda Alistana de Honras y Respeto, las mujeres con sus mantos y sus pañuelos negros.

La procesión de «La Carrera» mostró el realismo de las creencias alistanas y la Pasión de Cristo como si el tiempo se hubiera detenido hace ya 1983 años.