"Justo era un hombre buenísimo, lo quería todo el mundo, un muchacho muy majo sí señor". A sus 91 años, Gabriel Gejo Vaquero recuerda con toda la lucidez a quien fue su vecino y amigo más ilustre, el poeta Justo Alejo. Nacidos ambos en Formariz, pese a la diferencia de edad -Gabriel 11 años mayor que el escritor-, compartieron juegos y, por encima de todo, una afición: la poesía.

Gabriel también apuntó maneras de niño, quizás influido por un padre que a la mínima de cambio escribía un poema con cualquier asunto que surgiera. "Se guardaba la gente de él porque decían "este Gejo luego me saca una loga"" recuerda con orgullo su hijo. El Formariz de los años 20 en el que se crió este guardia civil jubilado nada tiene que ver con el de hoy. "Había 74 niños en la escuela de 6 a 14 años para un solo maestro. No se me debía dar muy mal aquello porque la maestra me mandaba enseñar a los más pequeños" evoca.

Con una familia de diez hermanos, se puede imaginar el sacrificio de Andrés y María para sacar adelante a toda la recua. "Siempre me quedó en la memoria la vida tan esclava de mi madre y, aunque había trabajo para todos en el campo, yo no quería eso para mí ni para mi familia". Fue así como Gabriel decidió hacerse guardia civil "en contra de la voluntad de mi padre, porque era el pequeño de los varones y quería que me quedara en casa".

Pero su determinación era salir del pueblo y Gabriel enganchó la mili con el ingreso en la Benemérita donde ascendió a cabo, luego sargento, brigada? "Tenía un hermano en la Policía destinado en Gerona que me hablaba de aquella vida tan diferente y por allí estuve hasta que me destinaron forzoso a Zamora".

Gabriel Gejo pasó por varios destinos en la provincia: Puebla de Sanabria, Torregamones, Fermoselle... siempre cerca de la frontera. Hasta que fue reclamado por "un teniente coronel andaluz que vino a Zamora", Ramón Rodríguez-Medel (padre del actual jefe de la Comandancia de la Guardia Civil) y vivió de cerca la construcción del Cuartel actual y su inauguración, en el año 1971, para sustituir el nuevo edificio por la antigua sede de la calle San Torcuato. "Estuvimos juntos diez años, día por día" cuenta Gabriel Gejo de su relación con aquel mando de la Benemérita.

Tan intensa fue la etapa de guardia civil que apenas ni pudo cuidar su gran vocación escritora. Fue después, ya jubilado, cuando este sayagués nonagenario se ha dedicado por completo a la poesía; "me viene sin pensarlo, igual estoy en la cama y me levanto para escribir" cuenta.

De Justo Alejo, además de su bonhomía, un aspecto desaliñado -"andaba por ahí vestido de cualquier manera"- y la sencillez, destaca la inteligencia y el amor por su madre. "Era locura". También el compromiso con Sayago que, como recuerda Gabriel Gejo, le llevó a escribir una poesía muy crítica con el río Duero; "por aquella época andaban queriendo montar la nuclear y echaba la culpa de aquello en gran parte al río. "¡Devuelve a los financieros / las centrales de "sus" saltos! / ¡Que las lleven a otra parte / con todos sus kilowatios!/ ¡Vete o muere, río Duero! / ¡Vete y no mojes mi flanco!" clamaba el poeta de Formariz.

Gabriel Gejo recita de carrerilla el poema de Alejo ("Execración") y su propia réplica "Al río Duero, orgullo de España y envidia del mundo entero". "...Río que cruzas Castilla/ cual otro Cid a caballo,/ abasteciendo ciudades/ y fertilizando campos".