Con una cantera humana en pleno crecimiento, tanto en edad como en número, Villanueva de Valrojo demostró ayer que mantiene viva y en pleno vigor la costumbre de celebrar los tradicionales carnavales con un entusiasmo, creatividad y elegancia admirable. No en vano son siglos de puesta en escena y de memoria que han forjado una cultura y una historia patrimonial de Villanueva de Valrojo.

Vecinos y visitantes disfrutaron ayer del Domingo Gordo de Carnaval con lo más sabroso y vistoso de la fiesta y del carnaval de disfraces. El protagonismo no conoció frenos y desde niños de infantil hasta veteranos entrados en años entraron en acción y la carrera por las calles no cesó en toda la tarde y parte de la noche.

Con puntualidad de reloj, a las cinco de la tarde comenzaron los Carnavales a correr las calles desde el pajar hasta la plaza de la Iglesia, con parada fija en el bar y el salón de los antruejos. Los enmascarados, con edad suficiente para colocarse a la cintura un par de cencerros, arrancaron el compás de la cencerrada que advertía de la batería de pellizcos que estaba por llegar a las partes nobles de los espectadores descuidados. A la puerta de las casas o en medio de las plazas y calles.

Alojarse al talle hasta cuatro cinturones y una carga de hasta 60 cencerros no es nada sencillo, y menos darse a la carrera con su peso. Un reto que no temía ayer ni la más pequeña de las carnavaleras, de cinco años, con energía inagotable para seguir a los mayores. Cuando no llegaba el pellizco a las carnes, se asomaba el estallido del látigo a las orejas. Todo un repertorio de alertas para salir corriendo por Villanueva.

Y no podían faltar en un día tan señalado la espontaneidad del personal con los números satíricos y simpáticos de don Carnal. Desde el afilador, hasta todos los cuerpos policiales conocidos vestidos de ocasión para estupefacción del vecindario se juntaron en la plaza de la iglesia en pleno baile. Pero, sin duda, las bocas se abrieron de risa cuando aparecieron los soldados de la Guerra de las Galaxias para poner un poco de orden debajo de la Vía Láctea de Villanueva de Valrojo. Hubo mucha faena toda la tarde con una turista de playa empeñada en desplegar su sombrilla y montar un puesto de venta de sombreros, rodeada rayos de tormenta. Y como éramos pocos trajeron el zoo con gorilas, caballos y vaqueros y un par de dinosaurios. A última hora un par de conos procedieron a autoinstalarse en un control en plena carretera. El Demonio y sus secuaces se reservaron el baile de fin de fiesta. Había expectación y hubo sensaciones y admiración por los resultados.