Los cofrades, allá por 1601, tenían la obligación de ayudar al hermano que en tiempo de la siega estuviera enfermo "dándole cada uno su jera", así como pagar el entierro de los cofrades pobres fallecidos. Cada 20 de enero había una comida donde habían de estar "con mucha moderación y compostura, sin meter ruido ni las capas caídas ni torcidas", pagando los cofrades los gastos. En la comida no se permitía portar armas ni acudir con criados.