El vecindario de Muga, alumnos y exalumnos del Instituto, profesores y exprofesores del centro del pueblo sayagués, y un importante número de párrocos despidieron hoy los restos mortales del sacerdote José Luis Gutiérrez Mazeres, en una misa exequial oficiada por el obispo de la Diócesis de Zamora, Gregorio Martínez. Con ser la iglesia de San Vicente Mártir de unas dimensiones considerables, quedó desbordada por los cientos de asistentes que ayer se acercaron a Muga para dar su adiós definitivo al fundador del Instituto de Bachillerato en el que se formaron y abrieron camino en su vida miles de jóvenes. Algunos regresaron ayer al lugar desde Palencia, Cáceres y otros lejanos lugares porque, al enterarse por el «wassapeo» con los amigos consideraron un deber cumplir con quien enderezó su rumbo.

En su homilía, el obispo Gregorio Martínez Sacristán ligó una y otra vez las doctrinas evangélicas con las prácticas José Luis Gutiérrez. «Los que tenéis que ver con las cosas que se han hecho en Muga de Sayago, y que os habéis beneficiado de ellas, sentimos cerca el misterio de don José, sacerdote entregado totalmente a vuestra salvación. Sois testigos de lo que ha hecho por vosotros. Entregó su vida en Muga de Sayago en la humildad y en la sencillez, en este rincón apartado de Sayago. Sin medios, a su manera, pero con la actitud de los que entregan todo al señor por vosotros. Es lo que ha hecho un hombre de iglesia, que conviene que no lo olvidéis» manifestó el obispo ante una feligresía que abarrotaba el interior del templo y seguía la misa diseminados por los exteriores.

«Como obispo de Zamora me siento dichoso de poder enterrar a un sacerdote como Don José, y dichoso de que le rodeéis vosotros que habéis sido su obra en este mundo» añadió Martínez Sacristán.

A la entrada del templo, sobre una mesa instalada sin mayor propósito que colocar unos folios para que las personas dejaran constancia de su recuerdo, se repetían las frases de elogio y reconocimiento a la figura de José Luis Gutiérrez. «Muga llora tu muerte, luchemos para que tu obra no muera contigo» dejó escrito un firmante. «Mil gracias por hacer del pueblo algo impensable». Decenas de firmantes daban las gracias al párroco por lo hecho.

El féretro se presentaba rodeado de una llamativa diversidad de coronas de rosas y flores que hicieron llegar los alumnos de diversas quintadas, el Ayuntamiento, la Asociación Cultural, colectivos yfamiliares.

«Era una joya que no nos volverá a tocar. Era un hombre bueno y muy trabajador» expresa Francisco Pascual, que compartió con el párroco y fundador del Instituto numerosos momentos e incluso le visitó en sus últimos días de vida en la residencia de Fermoselle.

Una hora antes de la celebración religiosa el interior de San Vicente Mártir estaba rebosante de personas. También los entornos del centro y del templo mostraban una masa humana inhabitual en Muga. Ex alumnos, ex profesores y vecinos intercambiaban impresiones y recuerdos sobre un hombre que marcó a un pueblo y a miles de jóvenes de todas las condiciones

El sacerdote José Luis Gutiérrez, de 88 años de edad, fue despedido en su entierro como un hombre que dejó una herencia aplaudida y un patrimonio cultural y humano ejemplar.

Los profesores y alumnos del Instituto acudieron en la mañana de hoy a la capilla ardiente para rendir a José Luis Gutiérrez un último homenaje. «El día que muera sabré que todo lo que tenía que hacer, habrá quedado resuelto para entonces» leyó una alumna, que titula el escrito «Estrella fugaz vespertina, estrella fugaz permanente». Es la frase que, según dice, oyó «un día que intentó explicar que la vida en sí es un regalo que todos deberíamos disfrutar, explotar y compartir tanto como nos fuera posible. Y nos decía que para él la suerte estaba en la dedicación y la paciencia (de la cual, riéndose, admitió que tenía poca) pero que, sin embargo, su esfuerzo le había llevado a poseer todo cuanto quería ver a su alrededor».

«Éramos cabroncetes de pequeños, y ahora seríamos unos canalletes de no haber sido por él y por los profesores» expresaba Alejandro P. llegado desde Palencia. Nada más enterarse del final del fundador del colegio buscó unos amigos y se presentó en Muga. Lo mismo hicieron otros muchos ex alumnos. Jesús Puertas llega de Cáceres y conversa con otros compañeros de Zamora y otros pagos. «Si tuviéramos que volver, volveríamos todos» expresa uno de ellos. Incluso el mismo Puertas al que calificó en una ocasión como «hijo de Satanás» y que vivió tres años expulsado de la residencia y siguiendo los estudios de pensión en una casa de Muga, «donde éramos ocho». Resaltan que el sacerdote conseguía imponer el orden «o domarles» «porque encontraba la manera y con la mirada». En la plaza se hace mención a un hombre «estricto y recto».