Estamos ante una situación preocupante, crítica e irreversible para el medio rural zamorano. Atrás, muy atrás quedaron aquellos maravillosos años sesenta donde nuestros pueblos, aún con las penurias del hambre y las miserias de la posguerra, vivieron el mayor esplendor poblacional de su historia, con escuelas repletas de rapaces, mozos y mozas buscando amores al abrigo de hilandares o noches de ronda, donde hasta los piornos y las jaras se racionaban, a un carro por familia, pues incluso los peñascales y barrancas se araban para sacar su fruto de trigo y centeno. En una tierra, la nuestra, formando Raya de España y Portugal con Trás-os-Montes, lejos de Madrid y Lisboa, donde como siempre pasó y pasará el que parte y reparte se quedará con la mejor parte, para muchos, la única salida fue la emigración: un éxodo rural que, mal que nos pese, condenó a una lenta agonía a nuestros pueblos, quizás, por desgracia, como preludio a su extinción.

Aliste necesita de realidades, que los sueños están bien, sí, pero, eso, sueños son. En unos tiempos donde casi todo está inventado, la piedra angular del progreso y el desarrollo de be pasar por asumir tanto autoridades (alcaldes y concejales) como vecinos que tirar del carro cada uno para su lado, cada cual arrimando el ascua a su sardina, no es la solución sino el problema; que en la unión de ideas y fuerzas está la última y única alternativa para vivir con dignidad o morir en el intento. Asumir debemos que la ganadería y la agricultura, junto a los frutos silvestres del bosque, fueron, son y deberían seguir siendo, el alma corazón y vida para asentar población, crear riqueza y empleo junto a una mejora de la calidad de vida como algo imprescindible para andar el duro camino.

Para que el sector agroganadero y agroalimentario sea viable la primera premisa es conseguir la concentración parcelaria en todos los pueblos. No podemos seguir labrando tierras donde el tractor no da vuelta sin pisar tierra ajena o pastorear campos de pueblos donde hay 20 residentes y 18.000 parcelas que, muchas veces, es difícil saber incluso a quien pertenecen. Y si hace falta por decreto. Es un secreto a voces que en muchos pueblos la iniciativa fracasó porque los caciques de turno, terratenientes o alcaldes y concejales frenaron el proceso. Como ejemplo de buena gestión en este sentido está el municipio de Riofrío (Sarracín, Abejera y Cabañas) donde en todos los pueblos está en marcha.

En una comarca donde en muchos pueblos la mayoría de los habitantes superan los ochenta años la esperanza y la vida languidecen camino de la extinción. Concentración parcelaria y marchamos de calidad para vender a su precio justo lo que se produce es la única solución. No solo de pan vive el hombre, dijo el señor. Cierto. No se pueden cerrar puertas y si el turismo puede ser un complemento que lo sea. Asumir la realidad, buena o mala, debe ayudar cultivar el desarrollo y cosechar el progreso. Cuando el sol se pone la noche tarda poco en llegar, sentencia, en metáfora, el refrán alistano, y el medio rural vive ya en su atardecer. Mientras haya vida, eso es obvio, habrá esperanza. Eso sí: si antes no "trastornamos" el carro.