El Centro del Lobo Ibérico de Castilla y León de Robledo recibió 3.961 visitantes en el primer mes de apertura, según datos del Servicio Territorial de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León. La cifra supera con creces las previsiones iniciales más optimistas. Con jornadas de hasta 700 personas recorriendo las instalaciones, en el puente del Pilar y de Los Santos, el centro atrae a los visitantes a un escenario que acorta el camino entre el hombre y el lobo. Este fin de semana, festivo en la comunidad de Madrid, los trabajadores del centro se preparan para recibir un importante número de visitantes. Ultiman las visitas en grupo de colegios, asociaciones, y no poco público de la vecina Portugal.

Pocos visitantes han tenido la oportunidad de recibir de manera individualizada una clase magistral de Carlos Sanz, el biólogo de campo que lleva 40 años dedicado al estudio del lobo y su manejo y que ahora se encarga de los siete ejemplares de Robledo. En el observatorio del Tenadón, el matrimonio hispanosuizo Carmen Muñoz y Mark Burkhalter, además del turolense José María Pando Antigas, siguen atentamente las explicaciones del naturalista rodeado de la pequeña manada de Clarita, Oscura y Saurón. Sanz entra con tranquilidad y normalidad para mostrar el manejo de estos especímenes que conservan su instinto salvaje pero acostumbrados a ver al hombre. "No se comen a nadie" alerta Sanz mientras alimenta a los lobos "troquelados" pertrechado con unos guantes para no mancharse, más que por precaución de recibir un mordisco. Los lobos "toman el alimento con mucho cuidado, incluso más que algún perro", afirma el experto. Hoy toca menú de pollo. Con sus explicaciones a los visitantes, y más con sus hechos, desmonta el mito del "lobo feroz que se come a las caperucitas". Clarita, Oscura y Saurón en un mes se han vestido con un pelaje espectacular que anuncia el celo y la llegada del frío. Mantienen su jerarquía y el comportamiento que desarrollaría en libertad. Los machos de las dos manada se buscan en el cercado pese a estar separados, siguen la pauta de marcar el territorio y en la época de celo el cuidador es consciente de que es un "rival" más. Ahora están en una fase de precelo. Estos tres ejemplares proceden de Navarra y nacieron al lado de un cercado con osos, una presencia que hacía temer por la vida de los cachorros. Con pocos días se acostumbraron al hombre. De Navarra saltaron al centro de Villaralbo, una primera guarida provisional.

Los lobos siguen atentos al cuidador pero en cuanto notan el mínimo ruido en el parapeto del mirador clavan la mirada al frente, escudriñando al visitante. Hasta 700 personas se han congregado para seguir la demostración de manejo ante los miradores de El Tendón y Los Chiviteros.

Las dos manadas que se han creado van rotando por los dos cercados para evitar que se vuelvan muy territoriales. Sanz es ecuánime a la hora de relatar todo el proceso de consecución del proyecto, desde el Ayuntamiento de Puebla, pasando por el grupo ecologista Ciconia, La Junta y los fondos europeos que se fueron invirtiendo? procura no olvidarse de nadie.

Desmonta otro mito, no ha habido rechazo de la población local, al contrario "una aceptación general" y la posibilidad de dinamizar la economía desde Robledo, pasando por Puebla, hasta El Puente o Villardeciervos.

Para Mark Burkhalter ha sido una experiencia muy interesante que adereza con un "en Suiza no hay lobos". Resume que "están en cautiverio pero sin estarlo, tienen mucho terreno para moverse". Mientras que Carmen Muñoz traslada "sus felicitaciones a la Junta de Castilla y León". Una de sus hijas fue una gran aficionada al lobo, y echan de menos que no estuviera en esta visita.

Las comparaciones son inevitables con otro centro en el Pirineo que comparan más "con un zoológico", máxime cuando Sanz se esmera en todas sus intervenciones en desterrar la idea de una jaula con lobos. Experto y visitantes deparan unos momentos tras abandonar el recinto.

Las lecciones entre lobos se completan en la senda al aparcamiento con todo un repaso al ecosistema que rodea el enclave, desde el bosque de árboles caducifolios, las repoblaciones de coníferas, el bosque de ribera y los brezales de la Sierra de la Culebra, el hábitat por naturaleza de la especie. Senda arriba al despedirse sí se oyen aullidos pero no se sabe muy bien si son del naturalista o de sus pupilos lobunos.

Un viernes tranquilo anuncia un fin de semana concurrido.