"Tres cazadoras, dos pantalones... y hasta la mochila". El testimonio de la dueña de la última vivienda de Pajares de la Lampreana en la que el ladrón detenido anteayer por la Guardia Civil transitó a sus anchas permite precisar el extraño patrón del joven. Previamente, había frecuentado otra vivienda del pueblo, junto a la iglesia, en la que había establecido su campo base. Allí almacenaba todo lo que había sustraído en las viviendas de la zona, fundamentalmente, comida y una televisión.

Al comprobar que los dueños de esta vivienda habían regresado, el hombre -de unos treinta años, un metro setenta y cinco y tatuaje visible- cambió su ubicación y se trasladó a una moderna casa de dos plantas con patio junto a la panadería. Es en este edificio donde fue sorprendido por el vecino que guardaba las llaves de la propiedad. Accedió, intentó reducirlo y, al no conseguir su objetivo, cerró las puertas para llamar a la Guardia Civil. El ladrón se escapó por el balcón del segundo piso y su perseguidor solo pudo fotografiarlo con el móvil. En la insólita imagen, el joven porta "toda la ropa de mi hijo". Aquellos días, el ahora detenido utilizó varias estancias de la casa. Los propietarios descartan que hubiera hecho allí una fiesta, como apuntaban otros vecinos.