La carretera nacional 631, que limita buena parte del noreste de la reserva de la Culebra, es una de las vías más temerosas del país en cuanto a colisiones con la fauna silvestre. Los habitantes los saben por sustos y disgustos sufridos en esta vía, y porque ven a los invasores todos los días; y la Administración es consciente del peligro que encierra porque no es fácil encontrar otra vía de esta categoría limitada toda ella a 70 kilómetros por hora.

La Ley de Seguridad Vial descargó a los cotos lindantes de esta vía de una responsabilidad que les ahogaba. Pero las quejas se mantienen vivas.

"¿Cuántas denuncias y fotos han hecho a la fauna desde los coches de Tráfico que, camuflados como lobos, esperan a que pasen los conductores? Se hacen a traición, y no es seguridad porque están tan escondidos que si un coche pasa a 200 kilómetros por hora sigue a 200 al no enterarse. Que digan los políticos cómo califican esta forma de recaudar. Se les podría perdonar si lo recaudado se invirtiera en dar seguridad a la carretera" señala José Manuel Soto.

El biólogo Javier Talegón apunta como soluciones a la accidentalidad y a los daños la apuesta por "el control biológico", resaltando que "el lobo es un controlador destacado del jabalí". También hace mención "la limitación de la velocidad en las carreteras y a la limpieza de una zona perimetral de los viales".

"Los accidentes ocurren porque están en el límite de la reserva y está la fauna descontrolada, principalmente ciervo y jabalí. La imposición de la Reserva ha conllevado despoblación y accidentes de tráfico. Es algo irrebatible. Y los animales no vienen de montañas muy lejanas" manifiesta el integrante de la Asociación en Defensa de Sanabria-Carballeda, José Luis Baladrón. Recalca que los habitantes han puesto mucho de su parte dando terreno para que la reserva sea una realidad y para tener buenos caminos en las zonas concentradas para que luego hasta se les prohíba andar por ellos". Insiste en que la Asociación no está en contra de hacer una autovía en la zona y, en su criterio, la solución pasa por el vallado del espacio protegido. David Ferrero Rodríguez, alcalde de Otero de Bodas, habla de que el campo es un espacio abierto y se inclina "por pasos para la fauna" y, como todos, "por el control de las especies silvestres".