El toro bravo Camarero, que desapareció del escenario público de Carbajales de AlbaCarbajales de Alba durante los 23 días que pasó emboscado en las marañas del paraje de Escaldón, también desapareció después de muerto, tras la pugna de unos que pedían su cuerpo "para comerlo", y otros que querían pasearlo por la localidad para que el pueblo, como en las capturas memorables, vieran con sus ojos que el protagonista de la histórica gesta estaba realmente muerto. Ni el Ayuntamiento ni el ganadero que lo entregó para el festejo dicen saber de su destino.

La última y restringida visión fue su fusilamiento por el cazador local M. A. -que hace dos años hizo lo mismo con otro astado- y la recogida del cadáver del utrero por los hermanos Celador Zurzo, que aportaron el astado al Ayuntamiento de Carbajales, junto a otros tres novillos, para celebrar con pasión el espanto organizado con motivo de las fiestas de la Virgen de Árboles.

Por ser fin de semana, los Servicios de Recogida de Animales Muertos no operaban y el destino del cadáver del famoso novillo resultó otro misterio. Se vio que lo sacaron de un paraje "de difícil acceso" en un camión y nada más. Se sabe, además, que los últimos momentos de su vida fueron tan imprevistos como trágicos. Pero ¿qué fue del Camarero muerto de varios balazos? ¿Dónde se guardó el cadáver si los Servicios de Recogida de Animales Muertos no operaban por ser fin de semana?

Camarero fue descubierto el pasado sábado por un perro que zascandileaba atento a todo lo vivo mientras su dueño araba con el tractor, a escasos metros de donde se guardaba el animal. El vecino de Carbajales barruntó la posible presencia del toro bravo entre la maraña vegetal, por el brío con que ladraba el cánido y sus prevenciones, y advirtió al alcalde Manuel Fidalgo. El regidor esa noche no había cerrado ojo, ni tocado apenas la cama, porque su vecina Soledad López le avisó de que Camarero había rondado la calle,Soledad López a las 3.30 horas, y desde entonces estuvo al late y tratando de hallarlo.

La Alcaldía, tras sufrir un amago de arrancada del toro negro "y de pintón largo", dio aviso a la Guardia Civil y, tras cerciorarse del paradero Camarero, avisaron a los responsables de la ganadería, Hermanos Celador Zurdo, de Cantalapiedra (Salamanca) para que recogieran al gran escapado. Fue hora y media de tensa espera, hasta que llegaron los Celador, que iban preparados "con garrochas y todo el equipo para sedarlo con un dardo". Las pocas garantías de hacerlo correctamente, "porque era difícil y un tiro largo de 150 metros" -hasta 70 metros no hay problema- "y el temor a que el toro bravo, tras el impacto, se escondiera de nuevo en otro punto y no volviera a dar señales de vida durante otro largo tiempo", llevó a los contados presentes a solicitar la intervención del farmacéutico, para que lo abatiera como cazador. No fue un solo y único disparo, sino "tres o cuatro tiros realizados con un rifle para elefantes" lo que acabó con la vida del ejemplar, marcado con el número 2, que había sobrevivido a los calientes espantos del pasado día 10 de septiembre, y luego a 23 días de batidas, patrullas y rastreos ciudadanas y de efectivos de la Guardia Civil. Los Celador trasladaron el cadáver hasta Carbajales y pudieron comprobar los ánimos reinantes. "Unos lo pedían para comérselo, otros para pasearlo por el pueblo para que la gente lo viera". Afirman que cumplieron con trasladar el toro muerto hasta el pueblo, pero que luego quedó en manos del Ayuntamiento, comprador del animal. Los Celador señalan que "los mataderos no recogen animales muertos y que el único destino es una planta de incineración".

El Ayuntamiento da el caso "por cerrado". Está a la espera de recibir el documento oficial, "de donde sea", para dar de baja el animal. Ayer no había recibido un documento "determinante". También subraya que "no había otra opción que la incineración". Si el dardo llega disminuido y no hace efecto, como vulgarmente se dice, la has cagado. Así que se optó por matarlo y perder todo aprovechamiento". El Ayuntamiento culpa a la oposición "de hacer todo lo posible para perjudicar, y lo que hace es perjudicar al pueblo".

Los Celador consideran que Carbajales es un pueblo que vibra con estos episodios taurinos desde hace año. Realmente es largo el historial de vaquillas y toros perdidos. Es casi costumbre que los espantos o encierros camperos terminen con suspense o a medias.

La oposición tiene previsto acercarse hoy al Ayuntamiento para que el alcalde dé explicaciones sobre un desenlace que, para Roberto Fuentes, "es la más gorda que he visto".

Los Celador, que conocen sobradamente a los toros de lidia, justifican el comportamiento astuto de Celador. Sufrió en sus carnes el acoso de los todoterrenos, como un jabalí sufre el acoso de las jaurías en una montería. "Como los animales silvestres, tiene mucho más olfato y vista que las personas", y después de lo vivido en el espanto "lo que quiere es huir". Tal es la experiencia que vivió Camarero que, al ver a la mujer en la calle, regresó a su enmarañado santuario de Escaldón a seguir su vida de fugitivo. Un cazador, que no un torero, cerró, 23 días después, el espanto de Carbajales, que algunos quieren que se regule como espectáculo tradicional y no que prevalezca como espectáculo campero.