Fue Aliste tierra de viñas, uvas y vinos. Viñas se llama un pueblo a tiro de piedra de Trabazos donde los manuscritos de tiempos pasados aseguran llegaron a tener viñedos hasta vecinos de veintidós pueblos. La bota con morapio ha sido compañera fiel e inseparable de los pastores y zagales sedentarios y trashumantes, en la soledad de los campos, mientras guardaban sus ovejas al acecho del lobo en la Sierra de la Culebra o camino de la Alta Sanabria por el "Paso de Ungilde". Un cántaro de vino pagaba el patriarca de la familia, tras casarse, para entrar de vecino, que degustado por sus paisanos con escabeche, le daba entrada a la comunidad concejil con sus derechos y deberes. En el amor, "La Pedida", con una jarra de barro con buen caldo brindaban en casa de la novia cuando el novio, el padre y el padrino acudían al amparo de la noche a pedir la mano de la moza. En el "Casamiento", domingo de la primera amonestación, se invitaba a todo el pueblo a beber y comer. El día de la boda, sobre una garrafa y una bandeja con vasos de vino, los mejores danzantes bailaba el baile de "La Medida" previo a la invitación a la comunidad. El vino acompañaba a los mozos en sus noches de ronda y alboradas, y un cántaro de vino pagaba el adolescente para entrar de mozo cuando pagaba "La Media". Cuando Martín Enríquez de Almansa, hijo de los primeros marqueses de Alcañices, decidió irse a las Américas en el siglo XVI, los alistanos brindaron con vino antes de salir a la aventura que llevó al noble alistano a ser luego virrey de Nueva España y de Perú. A vino invitaba el recaudador del marqués a los trilladores cuando acudía a la era a llevarse su diezmo de trigo y centeno. El languidecer de la agricultura y la ganadería tradicional no puede ni debe dejar fenecer nuestros vinos y viñedos.