Encuentro y reconciliación. Estas fueron las palabras más repetidas por el vicario general de la Diócesis de Zamora, José Luis Matías, ante los feligreses de Granja de Moreruela que acudieron el domingo a la iglesia para despedir a su párroco durante los últimos siete años, Manuel Iglesias, en un intento de calmar ánimos ante la presencia del sacerdote que desde ahora llevará las riendas de la parroquia granjeña: Santiago Martín Cañizares.

El nombramiento de Cañizares como sacerdote de Granja de Moreruela ha provocado recelos entre muchos vecinos del municipio tras el litigio por el traslado de la Virgen de los Montes Negros desde la ermita de La Pedrera, donde ha vuelto por decisión del Obispado de Zamora, a la iglesia de Bretó, localidad en la que oficiaba misa el citado párroco. El traslado de la talla, por una decisión unilateral del sacerdote, y su nombramiento como párroco de Granja de Moreruela logró reunir más de 300 firmas e incluso llegó al Vaticano, a través de una carta en la que los feligreses se quejaban al papa Francisco del trato recibido por parte de este joven clérigo.

Con estos precedentes, el vicario general lanzó dos mensajes ante los congregantes: "Nadie es propietario de la Iglesia" y "Debemos vivir la dinámica del encuentro, no del desencuentro". Y trató de justificar el nombramiento de Martín Cañizares, que para algunos feligreses es un "castigo" por protestar, con datos: la Diócesis cuenta con 138 curas, 49 que tienen más de 89 años y 47 que están entre los 70 y los 80. Y la mayoría oficia en al menos cinco pueblos. "Quisiéramos atender las necesidades de los vecinos, pero no podemos", explicó. Y por eso pidió comprensión para "la decisión del Obispado, que tiene que atender 303 parroquias con 138 curas".

Y antes de dar la palabra a Manuel Iglesias, el vicario general insistió en proclamar como valores religiosos "la acogida, la cercanía y el cariño". En su despedida, el que fuera sacerdote de Granja de Moreruela durante los últimos siete años se distanció de polémicas, ofreció una breve alocución en la que dio las gracias y solicitó a los parroquianos que acogieran al nuevo sacerdote "como me habéis recibido a mí". Y dejó otro mensaje entre aplausos: "Las dificultades se superan cuando hay fe". También Santiago Martín Cañizares quiso dirigirse a los que ya son sus feligreses. Visiblemente nervioso, marcó distancias con anteriores polémicas, sin hacer ninguna mención, anunció los horarios de las próximas misas y suscribió las palabras del vicario general: "Hay que replantearse celebraciones religiosas y horarios por la escasez de sacerdotes", una situación que, añadió, "no es mala porque eso nos obliga a salir de nosotros mismos, a trabajar con otras parroquias, a contar con otras personas".

Solo al término de su discurso, que fue tímidamente aplaudido, y en lo que algunos interpretaron como una pincelada de humildad, el nuevo párroco se dirigió a los presentes para anunciar que "si algo puedo hacer por ustedes, díganmelo; y si no puedo ayudarles, perdónenme".