Santiago Vega González y María Gabella Fernández "descubrieron" el yacimiento el domingo 14 de mayo del año 2000 en el lugar indicado por su hija, vidente de profesión, que ese día se encontraba en Madrid, donde reside, y que "durante un viaje astral observó que allí existía una antigua ciudad subterránea". El matrimonio extrajo varias piezas de cerámica y huesos que presentaron en el puesto de la Guardia Civil y ante el entonces alcalde de Gallegos, Francisco Mezquita, según contaba este diario al día siguiente. Numerosos vecinos de la localidad siguieron extrayendo piezas que acumulaban en casa del matrimonio, hasta que el Ayuntamiento ordenó detener las excavaciones. Tras evaluar los restos, la Junta y el Seprona denunciaron a los dos vecinos, así como a su hija, ya que el yacimiento estaba catalogado desde principios del siglo XX y ponían en duda la buena fe del matrimonio que "inició una excavación no autorizada". La noticia cayó como un jarro de agua fría en el pueblo, que se volcó en apoyar a la familia, y el domingo siguiente llevaban a cabo una concurrida manifestación. Dos años más tarde el Juzgado de lo Penal de Zamora condenaba al matrimonio y a su hija a multas que conjuntamente sumaban más de 6.000 euros como autores de un delito de daños en yacimiento arqueológico por imprudencia.