Pajares de la Lampreana ha perdido a uno de sus hijos ilustres, un incansable trabajador que dedicó buena parte de su vida a investigar y plasmar tradiciones e historia de su pueblo y en general de la comarca de Campos-Pan-Lampreana. Ángel Turiño Mínguez ha fallecido en Madrid a la edad de 82 años. Como escribe su amigo Gerardo González Calvo en la columna de la derecha, "se ha ido sin hacer ruido".

Cuentan sus familiares que llevaba un tiempo enfermo, pero tal limitación física no pudo con la voluntad de este zamorano que ya trabajaba en un nuevo libro. Su hijo José Ignacio, que desde niño le ha corregido las publicaciones, desconocía la temática "pero seguramente estaba relacionado con su tierra".

Porque Pajares de la Lampreana y Zamora eran la pasión de Ángel Turiño, tanto que en una época de su vida no dudó en alquilarse un piso en la capital para entregarse a la investigación en los archivos provinciales. En aquella ocasión era para el libro "La Orden Militar de Santiago en la provincia de Zamora" que escribió en colaboración con José Carlos de Lera.

Junto a esa publicación aparecieron "Tradiciones y añoranzas de un pueblo de Zamora", el primer libro con el que ganó el premio de un concurso literario en su pueblo. Después "Las otras cosas de mi pueblo" y "El paso del tiempo curiosos documentos. Pajares de la Lampreana. Zamora".

Una pasión por la literatura y la historia que compaginó con la fotografía. Era habitual ver a Ángel Turiño con una cámara al hombro y así se presentaba en este diario, LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA, cuando acudía entregar el artículo o la colaboración. Era otra de sus facetas, dar rienda suelta a su pluma a través de las páginas del periódico; antes los haría en El Correo de Zamora.

Lo curioso del personaje es que profesionalmente no se dedicó ni a la historia ni a la literatura, trabajó en el campo de la informática cuando prácticamente se estaba empezando. Fue de los pioneros en el manejo de los ordenadores.

Ángel Turiño, hijo de un carpintero y una ama de casa, era el pequeño de dos hermanos. Salió del pueblo sobre los 12 años para estudiar con los frailes de Nuestra Señora del Henar. Después se licenciaría en Filosofía y Letras en los Carmelitas de Salamanca, se fue a Madrid donde tuvo varios trabajos hasta que terminó de jefe de seguridad informática en una empresa.

Pero nada le apartó del cariño hacia el pueblo donde nació, hacia sus gentes, las costumbres, las formas de vivir. Todas aquellas vivencias fueron las "culpables" del trabajo pedagógico de Ángel Turiño y el legado que deja para las generaciones venideras. Todo por la ilusión y el empeño que ponía en cada uno de sus trabajos, hurgando en los archivos locales y nacionales, buscando datos que dieran respuesta a sus inquietudes y rescatando historias y tradiciones perdidas en el medio rural.

Cuenta su hijo José Ignacio que pese a lo malito que estaba en los últimos tiempos, albergaba la esperanza de poder visitar su pueblo en septiembre, para la fiesta de la Virgen del Templo. No ha podido ser, pero Ángel Turiño sí volverá a su Pajares natal, donde reposarán sus restos.