Todo comenzó el día que a Ángel Tejero se le ocurrió la idea de reunir a los nacidos en el año 1950 en Fuentesaúco. Había que empezar a buscar a muchos que estaba desperdigados, se les había perdido la pista hace muchos años y en ese trabajo puso mucho de su parte Petri Morales y Martín Iglesias. Ellos tres, con el apoyo de algunos más que se fueron sumando, lograron contactar con los que serían sus compañeros de juegos y en la escuela.

Los mismos que en este año de 2015 cumplen 65 y que en el redondo 2000 hicieron el medio siglo. Una quintada que llegó a juntar a 68 niños y niñas hoy dispersos por España y el extranjero.

Fue precisamente con ese motivo de los cincuenta años cuando los miembros de esta generación celebraron un primer encuentro que resultó de lo más emotivo. Tanto, que quedaron emplazados hasta la llegada oficial de su jubilación. Y ha sido este mes de agosto cuando alrededor de sesenta quintos y quintas saucanos con sus acompañantes han repetido la experiencia, aunque con quince años más.

Han llegado desde las más lejanas Francia y Suiza hasta Santander, Barcelona, Bilbao, Salamanca, Valladolid y desde luego Fuentesaúco, el pueblo que a todos ellos les vio nacer. Tras la reunión en la Plaza Mayor, todos ellos se dirigieron a la iglesia de Santa María, donde asistieron a una misa castellana. Y como saucanos de pura cepa no se olvidaron de la patrona, la Virgen de la Antigua, a la que agasajaron en su ermita con un ramo de flores y el canto de la salve.

La jornada también tuvo un momento para visitar el abeto que plantaron hace quince años hoy convertido en un hermoso árbol de cinco metros de altura, situado en las inmediaciones del antiguo Grupo Escolar, donde todos ellos asistieron a la escuela. "Muchos no se creían que pudiera estar tan hermoso desde que lo plantamos" comenta Ángel Tejero.

Lo cierto es que el árbol es cuidado con mimo y regado regularmente por los miembros de esta generación del 50 que viven en el pueblo, y los que están fuera no dejan de visitarlo cada vez que regresan. Por eso algunos aprovecharon el momento para regarlo y comprobar su evolución.

La jornada continuó con una comida en el restaurante "Capotín" de Fuentesaúco, momento muy propicio para evocar recuerdos de la niñez, de cuando todavía eran un grupo sólido. Pasados los años cada fue buscando su futuro, muchos lo hicieron fuera del pueblo como demuestra la amalgama de lugares donde se asentaron, aunque la mayoría retorna al pueblo cuando tiene oportunidad.

Una discoteca móvil por la tarde y chocolatada en el "Huracán" coronaron una jornada que para algunos se prolongó hasta bien entrada la madrugada, no sin antes lanzar unos cohetes. Además en esta ocasión contaron con la compañía musical de los dulzaineros de Fuentesaúco.

"Fue un día bonito, creemos que salió bien. No estábamos todos, algunos han fallecido y otros no vinieron pero ha merecido la pena" expresaba Ángel Tejero. Por ello todos han quedado emplazados para un nuevo encuentro dentro de cinco años, cuando cumplan los 70.