En la rústica pero agradable plaza del Lumbrales de Salamanca toreó en la tarde de ayer Alberto Durán en la que lidió novillos de Lorenzo Espioja acompañado por el matador madrileño César Jiménez y el novillero salmantino Carlos Navarro, siendo el torero de Villamor de los Escuderos el gran triunfador al cortar una oreja en el primero, al que saludó con unos lances a la verónica muy ajustados y un remate de media de rodillas.

Quitó por chicuelinas muy ceñidas y la faena de muleta la inició con unos doblones por abajo. A pesar del molesto viento que reinó durante toda la tarde y el calamocheo del novillo, Alberto estuvo muy templado y seguro toreando el redondo sobre la mano derecha. Mató bien de una estocada entera y un descabello y el público, que había jaleado distintos compases de la faena, le premió con una oreja. Público, por cierto, muy entendido y que no se destaca precisamente por la petición de apéndices.

En el último novillo, con un viento que arreciaba cada vez más y un novillo deslucido, Durán tiene que construir su faena a base de sobar mucho al novillo y no quitarle la muleta de la cara, con lo que la faena no pudo cobrar excesiva altura aunque hubo pasajes de gran plasticidad. Unos estatuarios finales dieron paso a una gran estocada que cayó un poco contraria, que hizo doblar al toro, y que sin embargo no fueron capaz de rematar los puntilleros hasta el último momento, por lo que el público se enfrió no pidiéndole la oreja, aunque sí reconociéndole su esfuerzo con una gran ovación.

Jiménez y Navarro

El madrileño César Jiménez se topó con uno novillo áspero y que no se prestaba a lucimiento. Lo intentó sobre todo con la mano derecha, pero estuvo desconfiado. Más todavía después de recibir una fuerte voltereta a la salida de un derechazo. Lo mejor fue el remate con la espada cobrando una entera al volapié. En su segundo estuvo desconfiado y nunca quiso profundizar en estarse quieto ante la cara del novillo. Un pinchazo y estocada remataron su actuación, que fue premiada con tibios aplausos.

El novillero Carlos Navarro estuvo voluntarioso pero muy mal con la espada. Su labor se vio premiada con aplausos.