Fermoselle amanecía ayer convertido en hervidero de gente que se preparaba para el esperado primer encierro de las fiestas de San Agustín. Hora y media antes de que se abrieran los corrales de San Albín no cabía un alfiler en las gradas de la Plaza Mayor, y poco a poco se iba llenando cada balcón, cada tapia, portal y merina a lo largo del recorrido por las calles de la capital de Los Arribes. Abanicos, botellas con hielo y hasta improvisados gorros de papel de periódico servían para combatir el calor que iba calentando las gradas a lo largo de la mañana.

A las 11 en punto la campana torera anunciaba la apertura de los corrales y la presidenta de la Diputación de Zamora, Mayte Martín Pozo, esperaba la llegada de los astados desde el balcón del ayuntamiento acompañada por el diputado por Sayago, José María Nieto, el alcalde de la villa, Alejandro Fermoselle y el resto del equipo de Gobierno local, mientras una multitud ocupaba la plaza para presenciar la llegada de los toros.

En apenas tres minutos entraba en la plaza el primer cabestro y la arena se vaciaba, segundos después lo hacía el resto de la manada. En ese momento un hombre que corría delante de los bravos fue embestido por el primer manso, que había retrocedido para escapar de la plaza. El corredor se golpeó la cara contra la puerta de madera de la plaza primero y contra el suelo después, cayendo inconsciente. Un grupo de mozos se apresuró para protegerlo tras las talanqueras. A las 11.07 horas el cabestro había regresado a la plaza y entraba en los toriles detrás de los cuatro novillos de Don Lorenzo Rodríguez, que serían lidiados en el festejo vespertino.

El herido, un hombre de 50 años, vecino de Villarino de los Aires, fue atendido en el momento por la Cruz Roja y despertó a los pocos minutos. Los servicios de emergencia informaron que había sufrido un traumatismo craneoencefálico pero se encontraba fuera de peligro, pese a lo cual fue trasladado a un hospital de Salamanca para ser examinado con mayor detenimiento.

Una vez que se cerró la puerta de los toriles se llenaba de nuevo el centro de la plaza y los aficionados comentaban la carrera y el aparatoso accidente del aficionado de Villarino, mientras en una esquina un tamborilero animaba con la flauta y las baquetas la espera hasta la suelta de las vaquillas desde el arco. Una de ellas protagonizó la anécdota de la jornada, ya que escapó haciendo el recorrido del encierro a la inversa, hasta llegar a la carretera y salir a campo abierto. Horas después los operarios de la ganadería lograban atrapar al animal en una finca cerrada en el camino del Lobal. La vaca no causó ningún daño personal ni material durante su evasión.