La hija de Félix Rodríguez de la Fuente, Odile Rodríguez de la Fuente, apeló a la conciliación frente al clima de conflictividad en la gestión del lobo. Trasladó este llamamiento en el transcurso del segundo festival Territorio Lobero, organizado por el Cluster de empresas Interior Legendario. La sesión de conferencias reunió ayer a Carlos Sanz, biólogo del Centro del Lobo; Guillermo Palomero, presidente de la Fundación Oso Pardo; Víctor Gutiérrez, presidente de Amigos del Lobo de Sierra Morena; el vicepresidente segundo de la Diputación y diputado de Turismo y Promoción del Territorio, José Luis Prieto y a los alcaldes de Villardeciervos y Manzanal de Arriba, Lorenzo Jiménez y Nazario Castedo.

Odile Rodríguez de la Fuente, presidenta de la Fundación Félix Rodríguez y experta en desarrollo rural, abogó porque "el mundo urbano adquiera conciencia de la importancia que tiene el medio rural, y que el medio rural tenga conciencia de su importancia". El mundo urbano está cambiando sus tendencias de consumo y ocio, buscan alimentos de calidad, turismo de cercanía, turismo de experiencias como ser pastor por un día". "Todo esto lo podemos ofrecer en España. Hay lagunas y hay un déficit, pero hay que marcarse unos objetivos. Podemos hacer mucho por la conservación con nuestras decisiones de consumo y ocio, y por preservar el legado de tu país" dijo. Frente a la burbuja inmobiliaria se inclinó por fomentar "los valores endógenos de la naturaleza y la cultura".

Censuró que haya personas que "se hayan erigido en portavoces de mi padre, de una manera en la que no coincido". Contextualizó la figura de su padre en una época, los años 70, "donde se mantenía la Junta de Exterminio de animales dañinos, y donde la naturaleza era un bien a explotar". El mensaje de su padre varió la mentalidad 180 grados "pero nunca fue radical y combativo, ni acusatorio". Tuvo la capacidad de llegar con un mismo mensaje a todos por igual, cazadores, ganaderos, etc. y que se sintieran parte de esa naturaleza. "Lo que estamos viendo ahora me entristece" expresó. La conflictividad "pone en peligro una línea de trabajo de gente que estaba muy cercana a nuestros planteamientos de desarrollo". Trazó el semblante de su padre como "un niño de pueblo. Pelo despeinado y montaraz que se identificaba con las especies, pero también con los pastores y la gente del mundo rural". Advirtió de "no cargar contra gente que forma parte de la solución. Actuar de otra manera es no estar a la altura de lo que sembró. Nos los puso muy fácil, buscar una línea de consenso".

Para la presidenta de la fundación "el lobo no es el chivo expiatorio de los problemas del medio rural, pero tampoco es un animal sagrado que no se pueda tocar". Se pronunció por una gestión de la especie en aquellos lugares donde ocasiona daños. Odile Rodríguez rescató algunas de las aseveraciones públicas de su padre en defensa del lobo pero también de pastores y gentes del medio rural. En 1970, en un momento en que el lobo estaba en peligro de extinción, Félix Rodríguez hizo afirmaciones como "estoy de acuerdo en que deben protestar y organizar batidas, así como exigir a la administración, que no sean ellos los que pagamos por tener esta especie zoológica en la península. Ahora bien, ello no quiere decir que yo admita ni tolere nunca, a nivel de mi modestísima persona, que se cacen". Rodríguez pidió colocarse en el lugar del pastor, entender sus pérdidas, estar al lado del que está en campo. No quiero un futuro con un campo despoblado". En los años 70 menos del 20% de la población estaba en el medio rural con una vida "más esforzada y menos remunerada".

En 1973 Félix Rodríguez ya apuntaba que la campaña educativa y la actividad turística eran fundamentales reflejado en afirmaciones como "debe ser estimulado y promovido el interés del público en la conservación del lobo, con actividades turísticas".

El biólogo Carlos Sanz cuantificó entre 8 y 10 manadas en la Sierra de la Culebra, un territorio pequeño de 700 kilómetros cuadrados pero con una alta densidad de esta especie. La conflictividad con el lobo es ancestral, no solo en España. En la Europa occidental, "en casi todos los países civilizados consiguieron acabar con el lobo", al igual que en Norteamérica, excepto Alaska, y en Méjico. En España estuvo en la línea de desaparecer. Un personaje como Félix Rodríguez consiguió hacer ver a la gente que no era un animal tan fiero". La ley de caza de los años 70 contribuyó a preservar el lobo, al permitir que pasara de ser catalogado como alimaña a especie cinegética. "A partir de ese momento se salvó porque no se podía cazar de cualquier manera ni en cualquier época". En España hay entre 1.500 y 2.000 lobos que alcanzan picos de población de 3.000 ejemplares en las épocas de parto. Sanz apuntó que "la población de lobos que hay en nuestro país hay que gestionarla, ya que es una especie conflictiva que genera daño, con una gestión lógica, inteligente y consensuada".

Señaló la necesidad de mantener e implantar medidas de prevención, ya que "donde hay lobos siempre hay ganados muertos". "Las posturas radicales son negativas, y hay que buscar puntos de equilibrio entre ganaderos, ecologistas, investigadores, administración, proteccionistas" dijo.

De la administración pidió indemnizar "bien, sin racanería, para que los ganaderos no se tomen la justicia por su mano. Pagar aunque no se sepa si es el lobo o un perro y luego, en todo caso, buscar al dueño del perro".

Los lobos provocan "daños mínimos aunque al ganadero que le toca la china le hace un destrozo importante" expresó. Cuantificó que hay más bajas en el ganado por enfermedades y partos que por el ataque. Reprochó, además, el enfoque de la prensa sensacionalista.

La caza es una actividad legal que sirve para el control de especies como el ciervo que acabaría "comiéndose la vegetación". El lobo es un carnívoro "y siendo realista que no hay más remedio que cazar y controlar para llegar a un punto intermedio allí donde no haya suficientes presas silvestres" subrayó.

El presidente de la Fundación Oso Pardo, Guillermo Palomero, indicó que cualquier actuación con especies como el lobo o el oso deben contar con la "complacencia social".

Para Palomero es "muy importante cultivar el clima social y nada de grescas en la prensa". La reintroducción del oso en El Pirineo, con ejemplares de Eslovenia, se tomó "como una imposición de la ciudad y provocó el rechazo social", en lo que calificó "una mala experiencia". En el Pirineo central viven entre 35 y 40 ejemplares, con entre tres y cuatro osas con crías avistadas en estos años. En el Pirineo occidental solo hay dos machos y la recuperación pasas "porque el territorio lo acepte".

El crecimiento de la población de osos ha puesto de manifiesto algunas necesidades como que las poblaciones estén bien intercomunicadas y el consiguiente intercambio de poblaciones y genes. La necesidad de suprimir las barreras que plantean las infraestructuras -autovías, alta velocidad- que plantea nuevos problemas de conservación. Hay vallados en las grandes infraestructuras que no sirven y que se convierten en un problema de seguridad para los usuarios. Un oso atropellado en la A-6 focalizó este problema y la detección de tres osos al sur de esta autovía. Para Palomero, además de mejorar los pasos sería necesario seguir la movilidad de los ejemplares machos exploradores. "No os extrañéis de ver algún un oso en la Sierra de la Culebra". En el último año no ha habido indicios del oso que apareció en Muelas de los Caballeros, y que podía provenir de la Sierra de la Cabrera, ejemplar que logró fotografías el apicultor Isidro Bordel. Se trataba de un macho de dos o tres años.

Tanto el lobo como el oso "son animales que tenemos que gestionarlos con el menor conflicto posible. Es más fácil con el oso llegar a la paz social con sus colegas humanos. Provocan menos daños que el lobo". Enfrentarse a la caza "es una estrategia estúpida" cuando los cazadores -en el territorio osero- son unos aliados que no cambio por nada para encontrar lazos, trampas, venenos". La Fundación mantiene una lucha contra el furtivismo "hemos llevado ante la Justicia a más de 150 furtivos". Abogó por regular bien el turismo relacionado con el lobo y el oso para redundar en la economía local aplicando "sentido común y equilibrio para que la gente disfrute" sin correr el riesgo de habituación del oso al hombre.