"Es el sitio más bonito en el que he dado un curso". Chisato Kuroki realizó el viaje desde Valladolid a Sayago observando con mucha atención un paisaje desconocido. Cuando llegó a Gamones debió de sentir buenas vibraciones, ante sus ojos adivinaba un magnífico espacio para impartir sus conocimientos. Ella, que ha recorrido el mundo mostrando su obra y enseñando su técnica, se sorprendía ante el descubrimiento del nuevo territorio. Venía con la misión de enseñar cerámica japonesa en Sayago.

Afincada desde hace años en Barcelona, la artista oriental pisa por primera vez la tierra zamorana de la mano de su colega la ceramista Nuria Martín, que trabaja en su taller de Gamones desde la inquietud y el deseo de mostrar al mundo los valores de una comarca que ella y su marido, Delfín Rodríguez, descubrieron y adoptaron como su nueva patria. Lo suyo es el arte en forma de artesanía, de modelado del barro, ese filón que durante generaciones llenó las despensas de muchas casas en las comarcas de Sayago y Aliste. Nuria vio la oportunidad y allá donde puede le cuenta a los de su oficio la tradición y bondades de Zamora.

Con esa "maleta" carga cuando sale a aprender, a mejorar su técnica. Fue así como en Valencia contactó con Chisato Kuroki en un curso donde, de forma sorprendente, descubrió que entre los ceramistas era muy escaso o nulo el conocimiento de la tradición alfarera zamorana o de la feria de Zamora, pese a su solera. Allí Nuria se enamoró también del arte y la cultura japonesa, y se le ocurrió invitar a la artista nipona a su taller.

Fue así como surgió el curso sobre cerámica japonesa impartido por Chisato Koruki en Gamones, en el que han participado una docena de alumnos. Un pequeño universo donde ha coincidido desde un profesor de Arte de Canarias a una americana de Nuevo México o personas llegadas de Barcelona, Madrid, Valencia y también de Zamora.

A lo largo de cinco días la artista nipona, conocida por sus hornos "Kamigama" que realiza con papel y cuece de forma rápida con carbón, ha mostrado un ciclo completo de modelado, empezando por técnicas como el "pellizco japonés", el "Tojiawase" (pellizco japonés con corte), "Kurinuri" (vaciado), "Shinogui" (textura) o "Hasunohazara" (plato con forma de hoja de loto) entre otros.

Por momentos el taller de Gamones se ha transformado en un alfar del lejano oriente donde los alumnos han aprendido las bases de la estética nipona, han practicado caligrafía y pintura japonesa con tinta y han construido dos hornos de papel. Una experiencia que ha permitido también conocer las técnicas de raku (cocción de origen japonés) con esmaltes y los distintos tipos de decoración.

Y si Sayago ha bebido de Japón también la artista y sus pupilos han enriquecido esta experiencia artística con el descubrimiento de un territorio para muchos de ellos completamente desconocido. Han conocido la cerámica y el barro en Fornillos de Fermoselle, Pereruela, Moveros, Muelas o Ceadea. Han visitado la ermita del Castillo, se han asomado a los siempre sorprendentes arribanzos, han palpado este mar de piedra, tan sugerente para la sensibilidad del artista. Un paseo por el Parque Natural Arribes del Duero de la mano de estos pequeños embajadores.

"Pensamos que el curso podía ser también una experiencia interesante para promocionar Sayago a través de la cerámica" cuenta Delfín Martín.

El curso concluyó anoche con una cena japonesa, preparada por la artista de proyección internacional. Más preocupada por la autenticidad que por la perfección, los platos elaborados por Chisato se sirvieron en las piezas elaboradas por los propios alumnos.