La mítica "Sierra de la Culebra", entre urces, jaras y robledales, ha recuperado uno de sus símbolos cristianos cuyos orígenes se pierden en la noche de los tiempos: la "Cruz del Perdón" de Tábara.

Ubicada en el camino que une la Villa con la ermita de San Mamés, durante siglos, tabareses y devotos, han cumplido con la tradición, pasada de padres a hijos, de abuelos a nietos, de buscar allí la redención a los pecados y la protección divina, depositando una piedra y ofreciendo una oración. Es el lugar en el que se celebra todos los años la romería en honor a los santos San Mamés y San Blas, los santos cuidadores del reuma y de la garganta.

Con el paso del tiempo la antigua "Cruz del Perdón" fue destruida, dobló su rodilla en la tierra y los tabareses al pasar por el lugar echaban de menos un símbolo que ya era y es parte de su vida, la que fragua la historia y la leyenda, entremezclándose. Muchas veces lo real y lo imaginario sin saber donde empieza lo uno y termina lo otro.

Un vecino y a la vez devoto, Pedro Vega Alonso, fue el encargado de buscar en la serranía los dos maderos que dieran de nuevo vida al símbolo de la cristiandad donde fue crucificado Jesús de Nazareth. El se encargó también prepararlos y a la vez de limpiar el pedregoso lugar, para volver a colocar la cruz, entre las piedras y las jaras de la Culebra.

El párroco de la Villa, José Manuel Ramos Gordón fue el encargado de bendecir la nueva "Cruz del Perdón" recordando su significado con una palabras de Santa Teresa de Jesús: " En la cruz está la vida y el consuelo / y ella sola es el camino para el cielo".

En la bendición tampoco faltaron los versos de un tabarés ilustre León Felipe, quien en su exilio en México, cuando estaba convaleciente recibió una cruz de su cuñado, el torero Carlos Arruza y escribió: "Hazme una cruz, sencilla, carpintero, / sin añadidos ni ornamentos, / que se vean desnudos los maderos, / desnudos y decididamente rectos: / los brazos de abajo hacia la tierra / el mástil disparándose hacia los cielos/. Que no haya un solo adorno que distraiga este gesto, /este equilibrio humano de los dos mandamientos...,/ sencilla, sencilla...,/ hazme una cruz sencilla, carpintero".

La "Cruz del Perdón" fue levantada en un sencillo pero emotivo acto y José Manuel Ramos Gordón hizo la bendición con el agua bendita de un hisopo que trajo de Jerusalén como recuerdo de su última visita a la Tierra Santa de Cristo.

Más de un tabarés aprovechó ayer la llegada de agosto para visitar la "Cruz del Perdón" y depositar allí su piedra y redimir algún pecado.