Las poblaciones alistanas de la zona rayana con Portugal vivieron ayer de nuevo los estragos provocados por un incendio forestal en una de las masas de pinos más importantes de la región en Latedo. Muchos abuelos no pudieron reprimir las lágrimas viendo cómo aquellos pinos que plantaron de jóvenes, algunos siendo sólo unos adolescentes, a mediados de la década de los 50, quedaban convertidos en cenizas. Un lugar privilegiado para la producción micológica de níscalos y boletus que tardarán años en volver a florecer y producir. Árboles listos para realizar claras, que habrían valido una fortuna y ahora, al quemarse, verán reducido su valor, dinero que pierden los pueblos, pues los municipios cuentan con convenios que establecen entre el 70% y el 85% de los beneficios para ellos como titulares de la propiedad de los montes.

El fuego dejó en evidencia que los núcleos urbanos, rodeados de montes y malezas, corren un grave y serio peligro con los incendios forestales. Las autoridades locales y algunos vecinos trasmitieron ayer a la Junta de Castilla y León y a la Diputación de Zamora la necesidad de tomar medidas. La más viable se centra en habilitar cortafuegos, corredores o anillos de seguridad rodeando todo el casco urbano para frenar el fuego antes de que se acerque a los pueblos.

Carina Nepomuceno Gago, alcaldesa pedánea de San Mamed, ponía voz al sentir de su vecinos. «Ha sido una tragedia, lo pasamos mal, pasamos miedo. El pueblo está ubicado en el valle, rodeado de montañas, sabíamos que el fuego venía hacia aquí, también el humo», expresó.

Javier Faúndez Dominguez vivió el efecto del fuego sobre el terreno. El regidor del Ayuntamiento de Trabazos manifestó que «esto es una desgracia, pero aun así hemos tenido suerte, dentro de lo malo, porque el día era adverso, con temperaturas excesivas y fuerte viento, pudo haber sido muy grave, pero los efectivos actuaron con premura y acierto».