En la primera mañana de la primavera, con el campo verdecido y el aire de la mañana soplando con fuerza en el Raso, que nos hace parecer que todavía está instalado el invierno en nuestras tierras, nos encaminamos a la finca El Encinar en el término municipal de Villárdiga a pocos kilómetros de Villalpando en plena Tierra de Campos.

Allí espera una jornada campera en la que unos jóvenes ganaderos cuidan una incipiente ganadería de reses bravas. Es la ganadería de los Hermanos Boyano, Antonio y Manolo, que iniciaron su "locura" en 2007 dando rienda suelta a su afición tan arraigada en esta zona terracampina y que han traspasado a sus hijos Ángel Boyano de Paz y Elena Boyano Gago. Dos hierros distintos, una A que sostiene a una E para el ganado procedente de Pedraza de Yeltes, a nombre de Ángel y una B encajada en una omega coronada con la cruz del Temple para el ganado proveniente de Rollanejo, el de Elena. Ambas líneas descienden pues del encaste Juan Pedro Domecq (Aldeanueva, vía Raboso y Hnos Pedrés).

Bajo la atenta mirada del veterinario de la Asociación de Ganaderos de Reses de Lidia de Salamanca que dará fe en el Libro Registro irán pasando por el potro las cincuenta y nueve reses, treinta y dos hembras y veintisiete machos de variado pelaje en el que destacan los colorados, castaños, melocotones, albardados y negros,(este año ningún burraco) que estaban esperando en los chiqueros de la coqueta plaza de tientas, y que, a partir de ese momento, quedarán marcadas para siempre. Una R para indicar la Asociación; el hierro de la casa, ambos en el anca de la pata trasera. El dígito correspondiente en el lomo y el 4 en la paletilla derecha para indicar su año de nacimiento. A la vez, se aprovechará para desparasitarlos y colocarles el crotal identificativo, de un amarillo pistacho, en la oreja.

Esta tarea es concienzuda, delicada y agotadora. Más de cinco horas de trabajo para algunos y de curiosidad para otros. Animales con casi dieciocho meses y otros con menos de un año, que van desde julio de 2013 a junio de 2014 ( así se considera el año ganadero). Todos menos los que han sucumbido por ley de vida en este año, muy pocos y los once que las lobadas han matado en este último año.

A partir de este momento, llegará la segunda fase en la cría ganadera: la tienta. Irán pasando dentro de un tiempo, por la plaza, todas las vacas herradas para conocer su bravura. Si el ganadero lo cree oportuno, vivirá cerca de veinte años en este bello paraje de pan y encinas de las tierras zamoranas.

Los machos descansarán hasta el momento en que deban salir a la plaza. Como todo tiene que hacerse con lentitud, hasta este año no se lidiarán utreros. Precisamente, el próximo mes de abril, el sábado dieciocho, en la localidad segoviana de Cantalejo se va a lidiar la primera novillada picada en la que intervendrán los novilleros: Clemente, anunciado en Zamora dos semanas antes y el novillero local Igor Pereira. Toda la suerte del mundo en esta nueva etapa.

Terminada la tarea, hay que reponer fuerzas. Los ganaderos saben agasajar a sus invitados y los que han sudado por el esfuerzo con una delicias comida en una bella casa en lo alto de otra finca lindante con la anterior. Una casa centenaria que han querido restaurar y que preside todo el raso entre encinas.