"Cuando la desesperanza se filtra en las personas, acaba convirtiéndose en resignación y pasividad". Lo sostiene el último manifiesto lanzado por la Pastoral Rural Misionera, integrada por un equipo de personas, curas y laicos, comprometidas con la Iglesia pero también la realidad que viven. Partiendo de la premisa de que "otro mundo rural es posible", Teófilo Nieto analiza la situación de los pueblos desde la experiencia de 20 años de cura en Aliste; también desde el compromiso y el inconformismo.

-¿Por qué da este paso la Iglesia rural, por qué se ven en la obligación de dar un toque de atención a la sociedad?

-Porque vivimos en contacto con la realidad. No es simplemente la mirada del sociólogo que analiza la realidad, es la mirada del que se deja penetrar por la realidad, del que se deja interrogar. Es como la llamada de Jesús, cuando los discípulos detectan un problema y dicen "tienen hambre, despídelos", Jesús les contesta: no, dadles vosotros de comer. Ante la realidad en la que vivimos y amamos, nos dejamos interrogar y decimos, alguien tiene que poner voz a lo que está pasando.

-Alguien que conoce el medio rural, como usted, que trabaja en él y es testigo de un declive que por otro lado no es nuevo. ¿Se podía haber hecho algo para evitarlo?

-Sí claro, hace mucho tiempo se podían haber tomado medidas políticas y sociales para ir frenando un poquito. Hay problemas generales como el demográfico que es de toda España, pero es cierto que se acentúa mucho más en el medio rural. Esas políticas que se tenían que haber aplicado para fijar la población en el medio rural se han dejado un poco de lado.

-Algo contradictorio cuando escuchas mensajes políticos apasionados en defensa de los pueblos y por otro lado lógicos cuando nuestra base es la tierra.

-Sí, lo que pasa es que ahora mismo ya estamos hablando de un problema global. Aunque nuestra base es la tierra y la agricultura familiar, por otro lado cada vez está más expropiada y más reducida frente a multinacionales que están monopolizando también el tema agrícola. Entonces a lo mejor ya no interesa tanto que haya pobladores rurales cuanto esas multinacionales que controlan todo. Nuestros políticos yo creo que viven un poco en esa dicotomía; por un lado entienden lo que es bueno pero por otro está la fuerza del mercado.

-Llegan unas elecciones donde se pueden calibrar todas estas cosas, de reflexionar frente a la complacencia y el pésimo. ¿Cree necesaria una rebeldía desde las urnas?

-Este es un tema muy complicado porque cuando un sacerdote habla de este tipo de cosas te acusan de estar haciendo política desde el altar. Y no es así. No voy a indicar a nadie lo que tiene que votar, lo que sí que voy a decir es participad. También digo una cosa, si alguien no participa en unas elecciones que sea como una opción, porque puede haber una opción social de rebeldía. Pero que no sea por una dejación de la responsabilidad. Creo que ejercer el derecho a voto está muy bien pero no es un cheque en blanco. Por eso nosotros insistimos mucho en la generación de tejido asociativo, nos parece muy importante que en esos cuatro años que hay entre elecciones, haya una base social que diga estamos aquí, estamos controlando lo que hacéis. Ustedes nos prometieron unas cosas y no nos engañen, estamos aquí. No solo es el voto, es la participación social.

-Participación y activismo, complicado en un mundo rural despoblado y con un alto nivel de envejecimiento, ¿cómo reactivar esas conciencias?

-Aunque haya pocos jóvenes, los hay y habrá que buscar formas nuevas para trabajar con ellos. Porque una de las características de nuestro mundo rural no solo es la pérdida de población, también la dispersión geográfica. Nos encontramos con un joven aquí, dos allí, cuatro más allá, algunos a lo mejor tienen coche para poder juntarse otros no, unos están motivados otros no. Habrá que buscar formas nuevas.

-¿Como cuáles?

-Yo estoy intentando experimentar a través de foros de facebook; tengo dos grupos, uno del movimiento de jóvenes rurales cristianos y otro de catequesis. Vamos a lanzar discusiones internas a través del foro del facebook y a lo mejor una vez al mes nos juntamos para buscar esas formas nuevas. Porque los pocos jóvenes que hay, pueden.

-Los mayores no entran en las redes sociales, en general.

-Ya, pero el que uno sea viejo no quiere decir que sea inactivo. Ser viejo significa asumir la realidad de las propias limitaciones, pero las limitaciones no son el final de la vida. La gente mayor se puede seguir reuniendo, puede salir a la calle a protestar. A lo mejor su manera de protestar no es ir a una manifestación a Zamora, pero vamos a organizar un campeonato de tajuela solidario; por ejemplo. Hay que buscar formas nuevas, no podemos confundir vejez con esto se ha acabado. Un ejemplo muy bonito me parece lo que pasó en Muelas del Pan; estuve alguna noche con la gente y lo único hacían era sentarse en el centro de salud para pedir que no les quitaran las urgencias. Era gente mayor básicamente aunque los movilizaran los jóvenes.

-Por desgracia las carencias en el mundo rural cada vez son mayores. Menos servicios públicos, comunicaciones, muchos mayores no se pueden desplazar; una realidad que hace complicados esos objetivos.

-Pero fíjate, lo complicado no quiere decir imposible. Creo que a veces los límites nos los marcamos nosotros con el yo no puedo, yo no se, yo no valgo. Es lo que se dice de la profecía autocumplida, que no puedo que no puedo ¿ves como no pude? Pero es que tú mismo te estás hipotecando? vamos a intentarlo. Cuando me dicen ¿qué podemos hacer? Pues hay una cosa básica, vamos a juntarnos para ver qué podemos hacer, no os hagáis la pregunta individualmente, no esperéis a que alguien os de la respuesta.

-El desafío está en los jóvenes, ¿les motiva, les apetece quedarse en el mundo rural?

-Sí. A los jóvenes en general les apetece quedarse pero no ven posibilidades.

-Esa es la madre del cordero, ¿cómo salir de ese bucle?

-La clave está en que los jóvenes empiecen a ser protagonistas. ¿En qué sentido? Por un lado en que no solo vale me gusta quedarme en mi pueblo sino además qué puedo hacer para quedarme. Puedes hacer dos cosas: tener iniciativa personal y reclamar, porque el que no llora no mama. Reclamar que haya infraestructuras. Ahora vivimos una época en la que las comunicaciones son tan ambiguas que pueden servir para bien y para mal. El AVE puede servir para que la gente de Zamora pueda trabajar en Madrid o para que la gente de Madrid no se quede a vivir en Zamora. Aprovechemos esa ambigüedad. ¿Por qué? porque hoy una persona que haga filología inglesa, es un ejemplo, no tiene por qué vivir en Madrid para ser traductor, puede vivir en un pueblo perfectamente. Pero necesita una buena conexión a internet.

-En muchos pueblos no están desarrolladas las nuevas tecnologías.

-Una persona que trabaja en páginas web y vive en Inglaterra me decía que le encantaría vivir en el pueblo pero con la conexión no puede. Y muchos otros. Por eso hay que tener una reivindicación. Recuerdo que hace mucho tiempo reivindicamos una cosa para Aliste que también pedía Toro. Legalmente por números le corresponde a Toro pero esta persona nos decía que era más necesario en Aliste. ¿Qué pasa? Que si en su día viene eso para Zamora y los de Toro protestan y en Aliste nos callamos... Es evidente que si no reivindicas no consigues y es a base de insistir como se logran las cosas.

-Ya sabe que hoy se mide mucho todo por estadísticas y números, así que bajo esa premisa el oeste zamorano lo tiene muy complicado.

-Por eso desde la doctrina social de la iglesia no se habla solo de la justicia conmutativa, la justicia legislativa, se habla también de la justicia social, de igualar lo que por naturaleza debe ser igualado. No podemos seguir solo criterios ni económicos, ni geográficos ni demográficos, tenemos que seguir también criterios humanitarios. Claro, cuando esto se lo planteas a una administración te responden que lo están teniendo en cuenta y yo les digo, si la gente no lo está percibiendo algo está fallando.

-Ahí está la ley de sostenibilidad, la Ley Montoro ¿observa esos criterios humanitarios?

-No, es una ley hecha en un despacho en Madrid. Con la Ley Montoro organizamos el año pasado desde el Movimiento de Jóvenes Rurales Cristianos junto con la Asamblea Rural de Aliste una manifestación. Lo quisimos hacer en clave festiva y hubo gente que nos decía que estábamos politizando, como si estar contra la Ley Montoro fuera adscribirse a unas siglas. Eso no es verdad porque cuando yo hablaba con gente del PP te decía que también estaban en contra. Sabemos que la Ley Montoro ha encontrado el principal escollo no solo en el PSOE sino en el propio PP, porque es una ley que se genera en un despacho en Madrid y la gente que está a pie de calle sabe que eso no puede ser para los pueblos. Sea del PP, del PSOE o del que sea. No es una cuestión política en cuanto siglas sino una cuestión política en cuanto que es de bien común, que eso también es política, el arte de preocuparse por lo común. Cuando me dicen que un cura no tiene que hacer política, les digo no tiene que adscribirse a unas siglas. Yo tengo mi ideología por supuesto, que no puedo decir desde el altar, pero sí puedo preocuparme por el bien común. Lo que está claro es que decir que yo por estas cosas hago política es desconocer el evangelio y la doctrina social de la iglesia.

-Desde otro punto de vista se puede decir que se han echado de menos estas posturas tan comprometidas en la Iglesia, parece que con la llegada del nuevo papa se han removido cimientos antes intocables.

-Estoy encantado con el papa pero creo que hay un pequeño error. La denuncia del mercado, del neoliberalismo y el capitalismo salvaje la hizo Juan Pablo II, Benedicto XVI y ha continuado el Papa Francisco. Lo que pasa que este hombre tiene esa alegría, esa cercanía, la normalidad. Desde luego es un papa mucho más progresista que los anteriores, pero en cuestiones sociales Juan Pablo II y Benedicto XVI dijeron cosas muy acertadas.

-¿Quizás no lo supieron transmitir al común de la gente?

-Lo que está claro es que la gente espera una iglesia más normal, más cercana, más preocupada, no por sí misma sino por el anuncio del Evangelio.

-Se ha mirado demasiado el ombligo...

-Sí y eso sí que lo está solucionando este papa, dice quiero una Iglesia en salida, que no se preocupe por sus propios procedimientos administrativos. Y además, lo dice él, prefiero una iglesia herida porque está en la calle y se ha arriesgado a no una iglesia enferma porque está encerrada en sí misma.

-Parece que ese es su objetivo y el de la Pastoral Rural ¿En esa línea se sitúa la defensa que hacen del asociacionismo, de el cooperativismo en contra de posturas más individualistas y cerradas que, también, aquejan al mundo rural?

-No son males distintos, quizá lo que ocurre en el medio rural es que los males se acentúan más porque es una presencia más cercana. En una gran ciudad las relaciones personales se diluyen más, en el rural son más cercanas, eso significa más afectivas pero también a veces más hirientes. Creo que el asociacionismo es una salida. Son dos vías distintas pero complementarias: el asociacionismo y el cooperativismo. Este último es para la gente joven, pero el asociacionismo vale para los mayores. Ahora surgen asociaciones de pensionistas o de mujeres que pueden servir para algo más que para juntarse un día a la misa, la procesión y la comida, que está muy bien, pero tenemos que ir más allá. Tenemos que reclamar dignidad, incluso los propios pensionistas les pueden decir a otros, oye que igual tienes que dejar las vacas para que los jóvenes las cojan.

-El progresivo cierre de escuelas, la reducción de los servicios menos médicos, ya casi ni misas para los practicantes; no es fácil quedarse cuando hay que vivir con estas carencias.

-Claro, pero por eso hay que buscar alternativas. En el caso de los curas yo tengo quince pueblos y no digo misa en todos los sitios. Pero sí digo por una cuestión social, no solo religiosa, el domingo vamos a tener la iglesia abierta, vamos a generar los celebrantes de la palabra. El domingo que yo no voy va una religiosa o ellos mismos hacen la celebración de la palabra. Y también es verdad que una pareja joven se puede desplazar a otros lugares, pero a parte de eso el médico, la escuela...

-Van desapareciendo.

-Y eso está generando una inseguridad porque incluso la gente mayor se está yendo los meses de invierno a su piso en Zamora. Piensa si me pasa algo aquí al menos allí tengo el médico.

-Estamos ante un mundo rural diverso, no es lo mismo la Raya que Benavente o La Guareña a la hora de ciertos planteamientos ¿no?

-Por eso nuestra metodología de trabajo en el equipo de Pastoral Rural Misionera y en general en el Movimiento Rural Cristiano, es el ver, juzgar y actuar. Es un método en el que partimos de la realidad concreta, la analizamos teniendo dos pilares, la doctrina social de la Iglesia y el Evangelio, y a partir de ahí volvemos a la realidad para transformar la realidad concreta. Por eso hablamos de cooperativas de castañas, de setas que pueden valer para Aliste, porque es la realidad que conocemos pero el asociacionismo es una realidad común para todos los sitios. No me pidas una receta, pídeme que nos sentemos a ver qué podemos hacer. El equipo pastoral no tiene las claves pero sí tenemos unas ideas claves, que es el trabajo en común, el estar pegados a la realidad, la persona primero; una pastoral creativa que no solo sea de curas.

-Un mundo rural distinto es posible, sostienen en el último comunicado de la Pastoral...

-Sí es posible. Uno de los comunicados que sacamos del Movimiento de los Jóvenes Rurales Cristianos el año pasado fue que no somos solo un lugar de ocio, somos una alternativa de vida. Los pueblos están muy bonitos para el fin de semana, el turismo rural es muy atractivo, pero vivir el día a día es duro y a la vez es un lugar bonito para vivir, es decir una alternativa de vida ante una sociedad despersonalizada. Y hay casos de personas. En mi pueblo, San Juan del Rebollar, hay una pareja joven que cuando empezó la crisis se quedaron sin trabajo en Madrid, vinieron al pueblo, cogieron un camioneto, se pusieron a vender y les va fenomenal. Ahí se ha perdido una baza importante, cuando empezó la crisis se podía haber manejado un retorno al mundo rural porque hay posibilidades.