A finales del siglo XI, la fría Europa se convulsiona. El fanatismo religioso y las profecías que hablan del fin de los tiempos provocan un estallido de violencia sin precedentes. Miles de creyentes buscan la salvación alistándose a la Cruzada contra el enemigo musulmán.

Recuperar los Santos Lugares de Jerusalén se convierte en una obsesión. También para Hugo de Payns, un noble de segunda fila que lidera la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo. Tal es su obsesión que convence al rey de Jerusalén, Balduino II, para que le ceda un lugar en el que entrenarse y armarse para proteger a los caminantes que peregrinan a Tierra Santa. El monarca claudica y le ofrece lo que queda del Templo de Salomón. Allí viven durante nueve años los nueve guerreros de Dios y allí se forja la leyenda de la Orden del Temple.

Y así comienza también «Templarios», la serie documental de seis episodios producida por Canal Historia que troca algunos rincones de la provincia de Zamora en la Jerusalén del siglo XII. Por arte de la nueva tecnología, el monasterio de Granja de Moreruela se convierte en el santuario de Salomón en Jerusalén, laque fuera morada de Hugo de Payns y sus ochos caballeros, los primeros integrantes de la Orden del Temple.

Y también gracias a la magia del cine, la Iglesia de San Pedro de la Nave se transforma en la abadía francesa de Bernardo de Claraval, el monje que fundó la Orden del Císter y que con su Tratado de Elogio convirtió a los templarios en los más famosos y poderosos monjes guerreros de la historia de la Cristiandad.

Otro de los monumentos zamoranos que ha servido de localización para la serie es el castillo templario de Alba de Aliste, construido en el siglo XII durante el reinado de Fernando de León. Perteneció a la Orden del Temple hasta su disolución (1308), pasando posteriormente a manos de distintos nobles y dignatarios, como Álvaro de Luna.

La serie documental producida por Canal Historia junto con Zebra Producciones y Volcán Producciones, desvela la influencia de la Orden del Temple en la Península Ibérica y comienza con la llegada del noble francés Hugo de Payns al Templo de Salomón, que el productor ejecutivo Javier Linares, sobrecogido por el silencio y la belleza del lugar, localiza en el monasterio de Granja de Moreruela, hoy en ruinas.

En algunos capítulos de la serie dirigida por Israel del Santo, los primeros templarios, antorcha en mano, recorren los restos de la abadía asentada en tierra terracampina y deciden convertirla en su hogar durante nueve años. Allí rezan, entre velas colocadas en círculo, comen de forma muy austera, duermen, se entrenan con las espadas y también desde este monasterio, Hugo de Payns decide solicitar a través de una misiva apoyo a su primo Bernardo de Claraval, el monje que puso en jaque a la Iglesia Católica criticando el oro y el dinero que envolvía a la institución, el padre espiritual de la Orden del Císter y el principal valedor de los templarios, a los que calificaba de «cristianos puros».

No en vano, los caballeros del Temple renunciaban a oro, gloria y «a yacer con cualquier mujer» en pos de un ideal supremo.

A la abadía de Claraval, en Francia, lugar que en la serie se ha trasladado a la Iglesia de San Pedro de la Nave, llega la carta y el monje austero, que apenas ingiere alimento alguno, bendice a los nuevos guerreros de Dios. Gracias al amparo de Claraval, que expandió la Orden del Císter por toda Europa y fundó numerosos monasterios, entre ellos el de Granja de Moreruela, los templarios crecieron en número y no había noble de la época que no quisiera entrar en la milicia.

El misterio que rodeó aquellos primeros años de los caballeros de Cristo dio pábulo a la leyenda del Arca de la Alianza, del Santo Grial y de manuscritos que harían temblar los cimientos de la religión católica.

Mitos que se dejan entrever en uno de los capítulos de «Templarios», en el que los caballeros, provistos de antorchas, escudriñan entre las ruinas del monumento granjeño en busca de objetos de la primitiva cristiandad. Incluso en una de las escenas aparece la famosa escalera de caracol del monasterio cisterciense, cerrada al público desde hace años, como el acceso que utilizan los monjes guerreros para, se supone, descubrir los numerosos secretos que encerraba el Templo de Salomón: el Arca de la Alianza, en cuyo interior se guardaban las Tablas de la Ley de Moisés; la espada de Longinos, la lanza romana que atravesó el cuerpo de Jesús cuando estaba en la cruz, o documentos que probarían que el Mesías tenía una hermano gemelo.

Escenarios

A pesar de la espectacularidad de algunos capítulos y del numeroso elenco de actores que hacen posible «Templarios», que se estrenó en mayo de 2014 y que ahora puede verse en Youtube, ni los vecinos de Granja de Moreruela ni los de San Pedro de la Nave tenían idea de que monumentos tan cercanos a ellos hubieran servido para recrear parte del mundo en el que vivieron y lucharon los caballeros templarios. Y es que en realidad ningún actor «templario» conoció las ruinas de Santa María de Moreruela ni el pasado visigodo de la Iglesia de San Pedro de la Nave. Se trata de localizaciones en las que luego se montaron todas las escenas.

Poco o nada tienen que ver el monasterio de Granja de Moreruela y el Templo de Salomón, pero el productor ejecutivo de «Templarios», Javier Linares, impresionado por la magnificiencia del convento, tal y como él mismo reconoció en una breve conservación telefónica, decidió transformar la abadía cisterciense en el que fuera el santuario principal del pueblo de Israel.

En realidad, las ruinas en las que vivieron los primeros templarios no pertenecían al primer Templo de Jerusalén, que se localizaba en la explanada del monte Moria. La morada templaria fue el segundo templo, más modesto, reconstruido y ampliado por Herodes y destruido, más tarde, por las tropas romanas al mando de Tito. La escatología hebrea establece que el Tercer Templo de Jerusalén será reconstruido con el advenimiento del mesías del Judaísmo.

Tampoco coinciden en época la Iglesia de San Pedro de la Nave y el hogar francés de Bernardo de Fontaine, el monje que expandió por Europa la Orden del Císter y ocupó el primer plano de la influencia religiosa. La iglesia zamorana se construyó a finales del siglo VII, en los años previos a la conquista musulmana, por lo que puede tratarse de una de las últimas obras del arte visigodo, pero Claraval fundó su primera abadía en el siglo XII.

La provincia de Zamora comparte protagonismo cinematográfico con muchos otros rincones ibéricos. Así, para recrear las grandes batallas y persecuciones que hicieron famosa la Orden del Temple, la serie documental se rodó en numerosos parajes de España y Portugal como el castillo de Javier (Navarra); el Monasterio de Santa María de Huerta (Soria), varios parajes de Manzanares el Real (Madrid); o en el convento templario de Cristo en Tomar (Portugal). Según explica Canal Historia en el comunicado que remitió para la presentación de la grabación, se han recorrido más de 22.000 kilómetros por toda la Península Ibérica para lograr más de 150 horas de material rodado.

Expertos y personajes

«Templarios» contó con el asesoramiento de importantes historiadores, especialistas y novelistas históricos como Jesús Sánchez Adalid, Matilde Asensi, Almudena de Arteaga o José Luis Corral, entre otros. Son ellos los que descubren el proceso que hay que seguir para portar el característico manto blanco con la cruz paté roja que distinguía a los monjes guerreros o como cada una de las nueve puntas de la cruz templaria representa a los nueve caballeros que fundaron la Orden del Temple.

O se supone, porque el catedrático de Historia y escritor, José Luis del Corral, cree que el número 9 tiene más que ver con «el esoterismo y el aspecto mágico de las matemáticas que utilizaron en la Edad Media». De hecho, son muchos los historiadores que coinciden en que fueron más de nueve los cruzados que se presentaron ante el rey de Jerusalén con la propuesta de fundar una nueva orden de caballería.

En la serie aparecen célebres templarios como el mismo Bernardo de Claraval, personaje que interpreta el actor Gonzalo Barcel; Hugo de Payns, el fundador de la Orden del Temple, que encarna el artista Miguel Díaz de Espada; Alfonso Henriques, que se convertiría en Alfonso I de Portugal, el primer rey del recién creado reino; su madre Teresa de Portugal, que llegó a batirse en combate contra su propio hijo por la corona lusa, o Gualdim Pais, el más importante Maestre de la Orden del Temple en Portugal.

«Los templarios siempre han despertado mucho interés, pero nunca hasta ahora nos hemos detenido en explorar sus orígenes e implantación en la Península Ibérica», asegura en un comunicado Carolina Godayol, directora general de The History Channel Iberia.

De hecho, poco se sabe del paso de los monjes guerreros por las tierras de Castilla y León. Si se conoce con certeza que tras ayudar a la reconquista en tierras de León, a los templarios se les concedió la custodia de tierras y fortalezas del Camino de Santiago.

En Ponferrada, en el Bierzo, convirtieron una fortaleza medio derruida en su centro de operaciones. Así, en 1178 erigieron su imponente castillo sobre el río Sil. Originalmente tuvo doce torres, que reproducían las formas de las constelaciones. Incluso se dice que los templarios supieron seguir sacando oro de las antiguas minas de Las Médulas siglos después de que fueran abandonadas por los romanos.

Realidad o mito, «Templarios» permite comprender el proceso por el que hombres aguerridos se convierten en fundamentalistas religiosos capaces de matar en nombre de Dios. Y para ello, ha mudado algunos rincones de la provincia de Zamora en la Francia del siglo XII y la Jerusalén de Balduino II, otra ciudad y otro hombre de leyenda que envuelve hechos y personajes reales.