La iglesia visigótica de San Pedro de la Nave abrió de nuevo sus puertas al culto el pasado miércoles y lo hizo por primera vez en trece siglos con iluminación artificial, de última tecnología. Pero además lo hizo desprovista de todo adorno y con una sencillez que llamó la atención de los cuarenta feligreses asistentes a la misa oficiada por el párroco Luis Santamaría, que incluso en esta inauguración al culto dispuso sobre el altar "el mantel más pequeño".

Hasta las tallas presentes en el templo, San Pedro y la Virgen del Rosario, y el mismo Sagrario se mostraron tal cual. "Han dejado la iglesia como la hicieron los visigodos. La teníamos con adornos para la Virgen, con puntillas, bordados y ramos de flores y lo quitaron todo" expresa la vecina Pilar Ramajo.

Otra sorpresa de los vecinos es que solamente contaban "con tres bancos", de forma que, salvo una docena de feligreses, el resto debió permanecer de pie durante toda la santa misa. El vecino Anselmo Fernández no pudo menos que decírselo al párroco. Pero es una situación inicial por cuanto que, según expone el sacerdote, "la idea es poner sillas para que esté lo más diáfana posible en el tiempo normal, y con sillas en los momentos de culto o de actividad". "Para esta primera vez puse lo mínimo" subrayó.

Todo el mundo ve con buenos ojos la iluminación instalada en San Pedro de la Nave, que confiere el histórico templo una interioridad de sensaciones memorables. Los vecinos de El Campillo, muchos de avanzada edad y todos ataviados con ropas de abrigo por lo inclemente del clima, pusieron con su estampa otra nota típica en una fecha histórica.

"La actuación integral llevada a cabo en la iglesia de San Pedro de la Nave ha servido no solo para restaurar el edificio, sino también para garantizar su conservación preventiva y para dotarle de un nuevo plan de gestión. Es una intervención determinada por la propia historia del edificio y por su importancia, pues el templo data de entre los siglos VII y VIII y cuenta con la declaración de Monumento Nacional" indican fuentes del Plan Románico. El edificio fue emplazado en El Campillo, entre 1930-1932, para protegerlo y evitar que quedara anegado por la construcción del embalse de Ricobayo.

La actuación se enmarca en un proyecto de colaboración transfronteriza para la conservación del patrimonio cultural, el Plan Románico Atlántico, que supone la estrecha colaboración entre la Consejería de Cultura y Turismo de la Junta de Castilla y León, la Secretaría de Estado de Cultura de Portugal, la Fundación Iberdrola, la Fundación Santa María la Real; así como la Iglesia Católica de Portugal y las diócesis españolas de Ciudad Rodrigo, Salamanca, Zamora y Astorga. Fuentes del Plan Románico apuntan que "aunque estructuralmente el templo se encontraba en buenas condiciones de uso, presentaba algunos focos de humedad localizados, derivados del estado de las cubiertas y de humedades en el solado, provenientes del terreno. Para evitar y corregir estas patologías se ha restaurado la cubierta de la iglesia, incorporando un nuevo sistema de ventilación, que, de forma natural, genera una corriente continua de aire, posibilitando la correcta ventilación y la mejora de la conservación estructural". Asimismo, "el drenaje perimetral del edificio y la sustitución de las antiguas carpinterías y cristales de puertas y ventanas por placas de alabastro ha ido orientado también a evitar el problema de humedad y mejorar la ventilación del templo".

Centro de visitantes y bar

San Pedro de la Nave carecía de instalación eléctrica y la solo contaba con la luz natural que penetraba por las saeteras. Esta penumbra se solucionó "con un sistema de iluminación que permite adaptar la luz al uso que tenga en cada momento el espacio y que, además, guía la mirada del visitante, facilitando así una mejor comprensión del templo, atendiendo a su potencial turístico". Siguiendo los criterios del Plan Románico Atlántico "el impacto visual y el consumo energético son mínimos, puesto que toda la instalación eléctrica va soterrada y se ha resuelto con la instalación de 13 luminarias, que consumen poco más de 90 vatios".

También se adecuó el entorno y se construyó un centro de recepción de visitantes con bar.