Alcañices abría las puertas a la Navidad en la noche del sábado con una fiesta tradicional marcada por la convivencia y hermandad al son de la música tradicional de dulzaina y tamboril, el calor de la lumbre y la degustación de productos típicos de la tierra.

Los niños fueron los primeros en participar en la fiesta recibiendo de manos de la asociación "Amigos de Alcañices" un calentito vaso de chocolate acompañado de unos deliciosos churros. Alrededor de un centenar de niños se dieron un suculento banquete con otras tantas raciones de chocolate y 310 churros traídos directamente desde el centro de turismo rural "La Atalaya" y que, según el maestro artesano Ángel López Rivas, "El Churrero", son "los mejores churros de Europa".

Miguel Ángel Llamas, Isidro Rivas Nieto, José Alonso "Pistolo" y Luciano Rego, arropados por los miembros de la asociación Gigantillas de Alcañices, fueron los encargados del asado de las castañas sobre las llamas de la lumbre de jaras verdes traídas para la ocasión. Niños, jóvenes y mayores disfrutaron del sabroso manjar de la Raya que junto a los calores del fuego contribuyeron a llevar la gélida noche de otoño ya camino de los hielos y las nieves propias del invierno. Allí hubo gentes de Alcañices pero también de la región de Tras Os Montes, Vivinera, Santa Ana y Tola.

Conjuro

Para facilitar la digestión de las castañas se pudo degustar un brebaje preparado a base de buena aguardiente alistana, 36 litros, cáscaras de limones y de naranjas, azúcar y granos de café "Palmeira" de Portugal, todo ello hecho en perolas de barro traídas desde Moveros. Los encargados de hacer la "queimada" o "queimón" no se olvidaron de recitar el conjuro mientras el alcohol se iba quemando poco apoco envuelto en las llamas. Entre el calorcito de la lumbre, las calentitas castañas asadas y el no menos caliente brebaje se fue pasando el tiempo hasta cerca de la media noche.

La fiesta, promovida por el Ayuntamiento, con la colaboración de las asociaciones Amigos de Alcañices y Gigantillas, tuvo su momento álgido con el encendido del alumbrado navideño de la villa, amplio y muy bien diseñado, desde el árbol de la Plaza Mayor (un gigantesco ciprés traído desde la "Sierra de Bruñosinos) hasta el entorno del Santuario Mariano Diocesano de Peregrinación de Nuestra Señora la Virgen de la Salud. Asimismo, se puso megafonía para sembrar las calles y plazas con los cánticos navideños.

Entre las novedades está un pequeño nacimiento que se puede admirar en el centro cultural "Convento de San Francisco" donde esta la Oficina de Turismo y otro en la iglesia de la Virgen de la Salud.