Ir a la escuela en el Perú rural puede rozar la heroicidad. Críos que no levantan dos palmos del suelo salen de su casa a las cinco o las seis de la mañana soportando temperaturas extremas y recorriendo pistas por donde exponen su vida ante el paso de los vehículos. Exhaustos, sin energías, los pequeños apenas pueden rendir en las aulas, cuando no desisten de realizar tan tortuoso recorrido a pie. Es la realidad de un país donde el transporte escolar es un espejismo y los niños, por muy pequeños que sean, están obligados a sacar fuerzas de donde no tienen si quieren recibir una educación escolar.

Con esta situación se encontraron los trabajadores de la empresa zamorana San Gregorio cuando iniciaron su andadura en el país andino. "La primera vez que fui vi a los niños que se juntaban en la plazuela y se ponían a andar, tapados con su gorrito; se te caía el alma a los pies". Lo cuenta Jesús Hernández, uno de los socios de la constructora zamorana que en estos momentos tiene en marcha cinco obras en Perú con una inversión de diez millones de euros.

Construían una presa en un recóndito rincón del sur del País, a 5.000 metros de altura. Los niños se armaban cada día de valor para llegar a la escuela; tardaban tres horas desde el poblado. "La verdad es que nos dio una pena terrible y nos planteamos, por qué no bajarlos con la furgoneta de la empresa". Fue dicho y hecho. Desde aquel momento, hace año y medio, hasta hoy cada día el vehículo de San Gregorio hace un hueco para transportar a los niños desde casa a la escuela y viceversa.

Ahí empezó esta historia de solidaridad de una empresa zamorana, una ejemplar iniciativa sin precedentes en el país andino donde han desembarcado multitud de firmas españolas al calor del fecundo desarrollo en el que está inmerso el país sudamericano. Esa primera experiencia solidaria ha tenido su continuidad en otra zona de Perú, el distrito de Morochucos, donde San Gregorio tiene adjudicada la construcción de 27 kilómetros de canales de riego, promovida por el Ministerio de Agricultura.

Allí se trasladó el topógrafo José Ángel Fraile que, sensibilizado con el titánico esfuerzo de los niños para llegar a la escuela, propuso a su empresa la posibilidad de adquirir una furgoneta y transportar a los escolares. "Nos lo contó y nos pareció perfecto" comenta Jesús Hernández. Primero fue comprar la "combi" (como llaman al vehículo de movilidad escolar) y después contratar a un conductor, Diego, al que la empresa zamorana ya ha abonado casi cuatro mil soles (unos mil euros al cambio) para prestar el servicio a lo largo del curso.

Este loable gesto ha propiciado que los niños y niñas, de 3 a 14 años, procedentes de cuatro pueblos del distrito de Morochucos, puedan ir cada día a la escuela en un medio de transporte, algo impensable en Perú, liberándoles de la pesada carga de recorrer hasta cinco kilómetros diarios. "El agradecimiento de la gente es impagable. Algo que para nosotros no es nada, que no le damos importancia a un transporte porque vemos que aquí nuestros niños lo tienen, para ellos es un mundo" precisa Hernández. Y si los niños montan cada día encantados en la "combi", la gratitud se extiende a unos padres que ven cómo sus hijos llegan a la escuela a la hora exacta, relajados, y vuelven a casa pronto; hasta les da tiempo a jugar.

Desde la comunidad docente la directora de la escuela ha reconocido ante la televisión peruana -el gesto de la empresa zamorana ha merecido un reportaje- la mejora que el transporte escolar ha supuesto para los alumnos. "Los niños están asistiendo de forma puntual a las clases, antes muchos venían de zonas alejadas, obligados a unos madrugones que no son propios para su edad y a la vuelta muchos se quedaban dormidos debajo de los árboles. Desde que se ha puesto en marcha la movilidad escolar los niños están mejor en el aprendizaje y se nota un mayor rendimiento académico".

Un gesto en apariencia normal en el mundo occidental y desarrollado ha supuesto toda una revolución en una zona de Perú todavía con mucha carencia de servicios, donde la presencia de una empresa zamorana ha favorecido la mejora de la calidad de vida. Porque la colaboración con la escuela se ha extendido a la entrega de libros, donados por trabajadores y familiares en Zamora.

La firma San Gregorio, que en Perú tiene como gerente al zamorano Oscar González, se ha comprometido a perpetuar este servicio de transporte más allá de la presencia de la empresa en la zona, que terminará la obra en la primavera de 2015. "Perú tiene grandes posibilidades, nuestra idea es continuar trabajando allí en colaboración con empresas locales. Nos sentimos muy a gusto" zanja Jesús Hernández.