Tábara acoge un auténtico tesoro sobre carruajes y utensilios campesinos en miniatura, gracias a la iniciativa de un jubilado alistano. Pablo Calvo Olivera nació en Villalcampo el 9 de agosto de 1949, donde pasó su infancia, desarrollando luego su actividad laboral en las centrales hidroeléctricas del Duero en Salamanca y Zamora.

Al prejubilarse, con 58 años, en 2007, fijaba su residencia en Tábara, de donde es su mujer. Fue entonces cuando decidió emplear su tiempo libre en la escultura en madera, de manera autodidacta, pues nunca realizó estudios en la materia. Arte y paciencia, dos horas por la mañana y otras dos por la tarde, fueron dando vida a la madera de roble, castaño y sopelio. Finalmente se ha especializado en la construcción de carros con sus yugos, icesas, cañizos y teleras. A ello se han unido otros enseres como las tornaderas, viendas y carreterillas de las que se utilizaban para ir a buscar agua a las fuentes con los cántaros.