Vegalatrave de Alba revivió, coincidiendo con la festividad de Todos los Santos, la ancestral tradición del "Cepo" con el que durante más de quinientos años los vivos llevan rindiendo culto funerario a los muertos en el pueblo ribereño del río Aliste alternando en la tenebrosa penumbra el fuego purificante y el tañir de luto y dolor del bronce de las campañas de su recinto sagrado.

Un año más el ritual comenzaba con la costumbre de los mozos de acudir a la casa de la alcaldesa, María Isabel Alvarez Genicio, y hacer "La Pedida" del árbol caído. La máxima autoridad civil les concedió una vieja y centenaria encina con el correspondiente permiso del Servicio Territorial de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León. Se trataba de un viejo árbol casi ya muerto tras verse afectado por las llamas de un incendio forestal veraniego ya hace varios años.

La mocedad se dirigió al lugar con el carro y los utensilios. La tradición manda que la encina no puede ser talada para derribarla, sino arrancada de cuajo. Lo cual lleva un duro trabajo dadas las grandes raíces, que fueron quedando descubiertas y luego arrancadas a base de pico y pala hasta que el árbol inclinaba la cabeza. Luego el grueso tronco se troceo. Los leñadores repusieron fuerzas con un buen almuerzo a base de una sabrosa paella, dulces, pan y licores caseros con la verde pradera como acogedor mantel.

La encina fue cargada al carro y los mozos, ayudados por los casados, fueron tirando de él, cruzando sobre el puente de la vega del río Aliste camino del templo, cuyas campañas al aparecer la comitiva en el horizonte comenzaron a "Encordar" (Tocar a Muerto). La leña menuda, las ramas, tenían históricamente el cometido de alimentar la lumbre que permanecía encendida toda la "Noche de Difuntos" mientras los mozos ininterrumpidamente rendían culto a los muertos encordando.

La leña más gruesa, cumpliendo la ancestral tradición, se vendió en subasta pública, siendo adquirida por una familia por 350 euros. La madera de encina es la más preciada para la lumbre de los hogares y además en este caso se ofrece ya en el pueblo y troceada.

Los mozos culminaron la celebración con una convidada a base de pulpo y carne con patatas regados con los buenos vinos que se elaboran en Vegalatrave. Antaño se cenaba un borrego cocido. En el año 1800 la Cofradía de Ánimas subasto el árbol, vendido por 4 reales.

La tradición funeraria de culto de los vivos a los muertos, de Vegalatrave de Alba, es una de la pocas de su estilo que se mantienen vivas en España y en Portugal. En sus inicios el "Cepo" era llevado hasta las inmediaciones de la ermita de "Los Mártires" san Fabián y san Sebastián, la cual estaba situada en el "Camino de Carbajales", entrada del pueblo. El ritual cambiaba de lugar, hacia el centro urbano en el siglo XVI con la construcción de la iglesia de San Lorenzo Mártir.