Los arribanzos de Sayago volverán a escuchar el armonioso sonido de gaitas y tamboriles, las tonadas y bailes de antaño perpetuados generación tras generación. Será mañana por la noche, cuando el pintoresco y coqueto pueblo de Mámoles, enclavado en el corazón del Parque Natural Arribes del Duero, celebre su gran fiesta del folclore tradicional, una ronda nocturna que en su tercera edición manifiesta la mayor fortaleza.

No es la noche de ronda un somero pasacalles, ni pretende ser un mero encuentro de amigos y músicos más o menos profesionales, lo que mañana se celebra en Mámoles es "una gran fiesta de los amantes del folclore en la que se implica todo el pueblo" cuenta José Antonio Renilla, promotor de esta iniciativa y presidente de la Asociación Cultural "Peña Ribas Altas", alma mater del dinamismo del pueblo. "El día que acaba la ronda ponemos fecha para el año siguiente" cuenta. Y así es.

Todo un año de trabajo preparando al detalle cada escena de este festival; canciones, paradas, teatralizaciones, música... y también la cena. Porque en la ronda se canta se baila y se come. Mámoles se transforma; los apenas treinta vecinos que viven de forma permanente en el pueblo aumentan en estas fechas a casi el centenar. Y prácticamente todos, desde el más pequeño hasta los veteranos como el nonagenario David Silvo, que a sus 95 años preparaba ayer el rusco para coronar el pendón, participan en esta fiesta de música y hermandad.

120 personas

Lo certifica José Guim, hijo del pueblo por parte de madre y aunque afincado en Cataluña tan involucrado como el que más en el festival de mañana. Guim reconoce la labor de José Antonio Renilla en la recuperación de la ronda, una actividad "totalmente transversal que engancha desde el niño hasta la señora mayor cantando canciones; lo bueno de esto es que se implica todo el mundo". Y no es cuestión de una noche, son muchas reuniones, conversaciones de teléfono entre miembros de la Asociación Cultural "Peña Ribas Altas", que aunque separados durante el año por cientos de kilómetros son capaces de obrar el milagro de la fiesta.

Esta semana ha sido todo actividad en Mámoles para que mañana, a las 21.30 horas, esté todo a punto cuando una treintena de músicos empiecen a tocar y los bailarines marquen el paso. "Son más de 120 personas en acción" precisa José Antonio Renilla.

Ayer David Silvo redondeaba la copa del pendón que plantaron otros vecinos. Cuando se levanta el icono de Mámoles es que algo extraordinario pasa en el pueblo. Mañana, la noche de ronda.