Fue la constatación de que el Zangarrón concita voluntades, une extremos y esparce buen rollo. La velada folclórica, de ocio y gastronómica que organizó la asociación "Amigos del Zangarrón de Sanzoles" para agradecer al pueblo el apoyo a esta fiesta, superó las mejores expectativas. Más de 300 personas llenaron la Plaza Mayor de la localidad de Tierra del Vino. Hubo de todo: música tradicional, canciones populares, juegos infantiles, exposiciones fotográficas, artesanas y de puro arte bajo un denominador común: la mascarada de invierno, cuyo personaje central también se unió a la manifestación encarnado en un maniquí.

Sudó la organización para atender la demanda de los cientos de personas que se congregaron en el ágora central de Sanzoles. Valentina Puga, José Javier Sánchez y otros miembros de la Asociación Amigos del Zangarrón, apoyados por las águedas de la localidad, salvaron el reto y la velada resultó un éxito. Tanto que el colectivo que hizo posible la fiesta anunció que habrá nuevas ediciones en años venideros.

La jornada acumuló múltiples atracciones. Una exposición de fotografías del Zangarrón despertó recuerdos y hasta alguna lagrimita, que la nostalgia no hay presa que la contenga. Hubo también puestos con objetos relacionados con la fiesta. A destacar el de la asociación de águedas con artesanía variada y el de Beatriz Sacristán, una auténtica lección de estilismo ligada a esta mascarada, con camisetas, cajas, insignias y adornos de gusto exquisito.

Música y tradición

El folclore rompió el molde. Lo más puro lo hicieron Tanis Hernández y Verónica Ponce. Flauta y tambor y canciones de siempre. A la altura estuvieron también Vanessa Puga, Luis Salvador (cantantes) y Luis Puga (acordeón). Coplas y romances con la vida del pueblo en el centro de las letras.

Los niños no pararon. Concurso de pintura, piñata y mil entretenimientos. La Asociación "Amigos del Zangarrón" aprovechó para repartir lotería y ajustar las cuotas de los socios, distribuyendo libros y otros objetos. No faltó el baile con un dúo de lujo ni los premios para dar y tomar.

Y, como no, el acto central, la merienda-cena para vecinos y amigos de la localidad. Cuarenta, cincuenta docenas de huevos, ni se sabe y, al menos, 600 atados de chorizo, con centenares y centenares de roscas de Carnaval de las Águedas. Los industriales del pueblo respondieron y el ambiente fue excelente. Para repetir.