La familia formada por Manuel Utrera Barba, 28 años y natural de Cádiz, Elisabet Alipio Rodríguez, de 29 años y natural de Bembibre (León), junto con sus tres hijos Alex de ocho años, Gabriel de cinco y Sergio de tres, vive "integrada y contenta" en la localidad de Moraleja de Sayago, donde se empadronó el pasado mes de abril acogiéndose a una insuperable oferta laboral realizada por el Ayuntamiento: vivienda y trabajo.

"Mi padre no se lo creía. No se fiaba de la oferta. Ni él ni nadie", expresa Elisabet, sin soltar de la mano al pequeño Sergio, que se mueve con soltura por la casa y allí por donde pone sus pies. De hecho, ante la incredulidad de semejante oferta de trabajo, el padre vino con ellos en la primera visita al pueblo para convencerse.

Proceden de un pueblo del Bierzo, Tremor de Abajo, que ha caído en picado porque el sector minero perdió su fuerza.

El Ayuntamiento, presidido por el socialista Ángel Villamor Turrión, apuesta por ganar empadronamiento y mantener población joven y, con este criterio, ha concedido al matrimonio una vivienda del nuevo complejo residencial, corriendo además con los gastos de calefacción, luz, agua, la alimentación y la Seguridad Social.

Y les ha dado trabajo en una labor que les entusiasma y para la que ambos se habían preparado: la agricultura ecológica.

Para mayor felicidad ha optimizado su estancia y apuntalado su porvenir al colocar a Elisabet en el turno de noche del centro residencial, de acuerdo con el resto de las trabajadoras. Cuentan así con un sueldo que hasta les permite ahorrar.

Elisabet Alipio, más conversadora, pone de manifiesto su deseo "de ahorrar dinero y, con el tiempo, comprar una casa", pero hace especial hincapié en su empeño "en que los niños sean felices".

Manuel y Elisabet no tienen problemas para armonizar vida laboral y familiar. Manuel Utrera, que se encarga del huerto, atiende a los niños por la mañana, mientras su mujer se repone del trabajo de la noche. Ella cumple con el turno de once de la noche a siete de la mañana, entonces es el padre el que toma la responsabilidad de atender a los niños para que vayan al colegio. Luego se ocupa de las labores domésticas y, especialmente, al cuidado del pequeño Sergio, que está en la fase de soltar la lengua e interesarse por todo.

La casa dispone de todas las comodidades, y es una familia puesta en las últimas tecnologías. También en lo tocante a la conexión a la red y a la telefonía móvil. "Tenemos página web, facebook y twitter" dice Elisabet.

El Ayuntamiento les ha acondicionado un huerto, en las inmediaciones del centro residencial, de unos trescientos metros cuadrados, y ahora los nuevos vecinos están en plena faena de sembrado. Andan un poco retrasados respecto a otros vecinos que hicieron lo propio por estar en el pueblo desde siempre, pero están a tiempo con muchos cultivos que necesitan el agua y el sol para prosperar. El fuerte es que "todo es ecológico", y quedan desterrados los abonos industriales.

El objetivo es producir de todo: calabacines, calabazas, sandías, melones, pimientos, tomates, cebollas, puerros, fresas, judías verdes. Algunos vecinos se han presentado con abundancia de plantones porque hay deseos de colaborar.

La cosecha irá destinada al consumo de los propios residentes, que así serán alimentados con la máxima calidad y con productos que ellos mismos verán crecer porque el huerto está a la vera del jardín y de las viviendas que ocupan. No le faltan a Utrera Barba los consejos sobre cómo plantar. Unos se inclinan porque use la azada y otros por un simple palo a la hora de hacer un agujero donde introducir la planta. Luego se riega un poco y listo. El terreno fue previamente colmado de tierra adecuada y debidamente labrado porque cuenta con un motocultor. La cuestión del agua la tiene resuelta porque cuenta con un pozo de sondeo y una manguera.

Utrera y Alipio destacan que están en lo suyo. Precisamente, ante la falta de trabajo, habían previsto montar en el pueblo de Tremor de Abajo, donde residían, "una empresa de producción y elaboración de productos ecológicos, y venderlos a domicilio o por la zona". Sin medios, pero con esta ilusión, el programa televisivo "Entre todos" se hizo eco y consiguieron ayudas por valor de 12.000 euros que les permitió comprar "el motocultor, el invernadero e incluso un coche. Todo de segunda mano". Ante la superoferta del Ayuntamiento de Moraleja de Sayago, llamaron al programa y les han permitido aceptar y seguir adelante. Están pendiente de una visita del programa, que quiere comprobar y demostrar que todo camina hacia buen puerto.

El alcalde del municipio, Ángel Villamor, que se repone de una seria cogida sufrida en Fuentesaúco, donde un toro bravo le corneó en una pierna, afirma estar encantando con el empadronamiento de la familia. Destaca la importancia de tener niños en los pueblos "porque son el futuro del medio rural". Asegura que de poco vale invertir en pabellones de juegos si no hay niños en los pueblo". Temía que se suprimiera un maestro y no asume que Moraleja pierda escolares cuando además cuenta con un centro nuevo. "Este empadronamiento ha venido bien porque tenemos más escolares y una persona para hacer el turno de noche en el centro residencial".

El Ayuntamiento de Moraleja apostó por sacar adelante un complejo residencial de la tercera edad que destaca porque los residentes disponen de su propia vivienda. En estos momentos cuenta con treinta y seis personas, de las 52 que la Alcaldía considera una cifra óptima. El Centro de Día y el comedor también puede ser utilizado por las personas del pueblo que precisen de este servicio, al módico precio de tres euros por desayuno, comida y cena. El gran centro residencial costó unos dos millones de euros y está sujeto al pago de menos de 500 euros al mes, sin intereses, por un periodo de 35 años. Villamor afirma que ahora mismo la residencia da beneficios. De ahí que la deuda viva que le asignan a Moraleja de Sayago, que tiene 325 habitantes, no la considere motivo de preocupación.