No hubo sermón. El párroco de Granja de Moreruela aprovechó ayer el tiempo dedicado a la homilía en la misa de los domingos para aludir al conflicto que enfrenta desde hace días a los vecinos del pueblo con Bretó, a cuenta del traslado «forzoso» de la Virgen de los Montes Negros desde la ermita donde estaba depositada a la iglesia de la localidad vecina. Y lo hizo con un anuncio que llegó nada menos que de Roma: una llamada del párroco de Bretó, Santiago Martín Cañizares, que desde la Ciudad Santa mostraba su disposición a visitar Granja de Moreruela para resolver el incidente.

Según los feligreses presentes, el cura de Granja también explicó que Cañizares ordenó trasladar la imagen mariana a Bretó siempre a instancias de unas cuantas vecinas del municipio, preocupadas, al parecer, por la falta de seguridad de la ermita de La Pedrera con el consiguiente peligro de robo. Sin embargo, los vecinos de Granja dudan de las «buenas intenciones» de estas feligresas dado el escaso valor económico de la talla de la Virgen, que lleva cientos de años en el altar de la capilla sin haber sufrido, hasta ahora, ningún intento de hurto.

El párroco de Granja achacó a un «error» de juicio las órdenes de su homólogo y se mostró partidario de que la Virgen de los Montes Negros vuelva al lugar en el que ha permanecido durante siglos: la ermita de La Pedrera, en torno a la cual se celebra la romería de San Marcos al menos desde el año 1585, fecha documentada en varios escritos que custodia el Archivo de Benavente.

A pesar de las aclaraciones, los vecinos de Granja de Moreruela, indignados por lo que creen un «robo», dicen estar hartos de tantas «injusticias» y de que Bretó confunda «gestión con propiedad». Y es que a pesar de que ambos pueblos comparten la ermita para celebrar sus respectivas romerías, la gestión del santuario pertenece desde hace siglos a Bretó, con lo que la recaudación por limosnas, velas y ventas de estampas de la pieza mariana acaban en las arcas del municipio vecino. Y los feligreses granjeños se preguntan ahora «a donde se destina ese dinero» que, según ellos, debería revertir «en el arreglo de la ermita», porque, dicen, es obvio que el santuario se encuentra en mal estado de conservación. De hecho, los vecinos de Granja se ofrecieron hace un año para retejar la capilla pero la ayuda fue rechazada no sin cierta «prepotencia» por parte de Santiago Martín, según relatan. También propusieron llevar bancos de la iglesia parroquial al santuario para que los devotos pudieran sentarse durante la misa, pero Bretó volvió a rehusar el ofrecimiento y llevó sus propias banquetas, dejando claro de quien era la propiedad. Cuenta una granjeña que cuando en una de las ceremonias religiosas fue a sentarse, una feligresa del pueblo vecino le espetó «estos asientos son de Bretó», una actitud que, en su opinión, «casa bien poco con la caridad cristiana». Así las cosas, y mientras Bretó celebra hoy su romería en la misma ermita, los granjeños esperan que el Obispado de Zamora se pronuncie sobre el conflicto, antes de interponer una denuncia ante la Guardia Civil de Manganeses por lo que definen como un «robo premeditado», ya que las vecinas de Bretó construyeron previamente una caja a medida para trasladar sin daño la imagen a su parroquia, al día siguiente de que Granja celebrara su fiesta.