Amigo del anonimato, huidizo y ajeno cualquier protagonismo, a buen seguro que a Justo Alejo, que en 2015 cumpliría 80 años, le hubiera incomodado un acto como el de ayer en el Museo Etnográfico de Zamora. Pero sus paisanos de Formariz y por extensión de la comarca de Sayago, las personas que lo conocieron, seguidores y descubridores de su obra, se ven en la obligación de reconocer la figura de uno de los poetas más transgresores y vanguardistas. Su temprana muerte -acababa de cumplir 43 años cuando se suicidó tirándose desde la cuarta planta del Ministerio del Aire en Madrid, donde trabajaba-, su humildad y una poesía incatalogable contribuyeron al paso de Justo Alejo por la literatura casi de puntillas. También quiso él que lo fuera por la vida.

Ni en Sayago, ni en Zamora ni desde luego en los elitistas círculos literarios de Madrid se ha valorado el legado de un poeta de culto. Va a ser ahora, con motivo del 80 aniversario de su nacimiento, cuando una asociación bautizada como «Amigos del poeta Justo Alejo» intente resarcir tan inexplicable omisión con el creador zamorano. Y tal es el objetivo que mueve el programa de actividades a desarrollar durante los años 2014 y 2015, tanto en la comarca de Sayago como en Zamora, Salamanca, Valladolid, León, Madrid y posiblemente Barcelona, en torno a la figura de Justo Alejo y que tendrán como colofón la edición de un libro conmemorativo con aportaciones inéditas, biográficas, literarias y gráficas en torno al poeta de Formariz.

El alcalde de su pueblo, Teófilo Moralejo, el periodista sayagués José Martín Barrigós y el maestro de Almeida, Juan Antonio Panero, fueron ayer los encargados de presentar ese programa de actividades, consistente en conferencias, recitales, mesas redondas, lecturas poéticas y unidades didácticas para los escolares de la comarca de Sayago.

Ellos fueron ayer la cara visible de esa asociación «Amigos del poeta Justo Alejo» que se distingue con un logotipo en el que aparece la imagen, pintada por Cuadrado Lomas, aparecida en la revista «Triunfo» para comunicar la muerte del poeta. El reconocimiento a Justo Alejo quiere tener alcance nacional, pero comienza por su entorno más cercano.

Y en ese contexto se inscribe la difusión de su obra en colegios, institutos, asociaciones culturales, de mujeres, de jubilados y bibliotecas de la comarca de Sayago. Juan Antonio Panero será el encargado de elaborar las unidades didácticas para el estudio de la obra de Alejo en los colegios. Unidades que han de ser «muy motivadoras y muy lúdicas», en palabras de Panero para lograr hacer llegar la poesía de Justo Alejo al público más joven.

En plan de actividades se divide en dos ciclos. Bajo el lema «Mucho gusto en conocerte, paisano» se promueven los actos dirigidos específicamente a los sayagueses. El ciclo «Vive la poesía de Justo Alejo» está dirigido al público en general, a través de actos en círculos universitarios, ateneos, casas de cultura...

Un ambicioso proyecto que pretende lograr el respaldo de las instituciones y de todo el orbe literario. «Aquí estamos, abiertos a todo el mundo; el que tiene que brillar es Justo Alejo, no nosotros» proclamó José Martín Barrigós. El mismo que puso voz a la necesidad de saldar esa cuenta pendiente con el poeta zamorano. Un hombre que «como no le hizo la pelota a nadie, pasó desapercibido. Nunca tuvo afán de protagonismo, no edita en la vida más que pliegos de cordel con una serie de poemas humildes, muchas veces sin firmar o firmados con una serie de seudónimos que él inventaba». Tampoco gozó Alejo del beneplácito de los críticos. Como apuntó Martín Barrigós, «desgraciadamente sus dos grandes valedores, Santiago Amón y Gonzalo Armero, fallecieron prematuramente». Pero es que tampoco Zamora ha hecho justicia al creador sayagués, salvo honrosas excepciones como las referencias de Herminio Ramos en sus artículos de La Opinión-El Correo o Francisco Rodríguez Pascual.

Martín Barrigós lamentó de la misma forma que dos libros de autores zamoranos - «Zamora y la Vanguardia» y «La otra generación poética de los 50»- pasen por alto la obra de Alejo. El primero hace referencia en los dos últimos párrafos a la pintora Delhy Tejero y al poeta Justo Alejo como artistas que convendría estudiar a fondo. «Pero qué pena que se quedara en eso».

Hechos todos que justifican el reconocimiento pendiente a un poeta de culto, un marginado siempre al lado de la gente humilde.