El cetrero y cartero de Castroverde de Campos, Pascual Burón Fernández, de 59 años de edad, murió ayer ahogado en un viejo pozo de regadío situado en plena campiña mientras ejercía su afición preferida, la caza. Falleció al tratar de recuperar el halcón que utilizaba cuando el ave se introdujo en el pozo al tratar de atrapar un conejo, dándose la circunstancia de que el cazador, la rapaz y la presa hallaron la muerte en el mismo lugar.

Los hechos sucedieron hacia las tres de la tarde de ayer y el infortunado desenlace conmocionó a toda la población, que rápidamente tuvo conocimiento del trágico desenlace.

Pascual Burón, aficionado al arte de la cetrería, aprovechó la mañana de ayer para salir por el campo a practicar la caza con un halcón, en este caso con un ejemplar de la especie harris. En su marcha por la campiña salió a escena un conejo y el halcón voló enfilado hacia su captura. Ésta buscó el refugio y la salvación en lo que resultó ser un viejo pozo de regadío, y la rapaz, en su persecución, también terminó en el agua al igual que su presa. Burón Fernández, al acercarse a lugar y a la vista de la situación, llamó a un amigo para informarle de lo que había sucedido y, parece ser, solicitó que fuera ayudarle a recuperar al ave de semejante agujero. Sin embargo, el amigo o conocidos que acudieron a la llamada, al llegar al pozo no hallaron al cetrero por ningún lado, aunque sí podían ver el conejo y el halcón muertos sobre la superficie del agua.

Rápidamente dieron aviso al Servicio de Emergencias de Castilla y León 112, indicando el lugar, entre la Carretera de Castroverde de Campos y Valderas. La sala de operaciones del 112 da aviso del incidente a la Guardia Civil (COS) de Zamora, a los Bomberos de Benavente y a Emergencias Sanitarias - Sacyl, que envía una UVI móvil, una ambulancia soporte vital básico y un equipo médico de Villalpando. También participaron los Bomberos Voluntarios de Villalpando.

Fuentes participantes en el rescate del cuerpo de la víctima señalaron ayer que se trata de un viejo pozo «que estaba verjado» y que contaba con unos dos metros y medio de agua. Al llegar al lugar del siniestro, sobre la superficie «podía verse el cuerpo del halcón, del conejo y una boina». Pronto se comprobó que el cuerpo estaba sumergido en el agua al utilizar «un picatechos (palo con un gancho)». Efectivos del Protección Civil y de los Bomberos de Benavente fueron los encargados de colocarse el traje de neopreno e introducirse para extraer el cuerpo del infortunado cazador.