Los hombres y mujeres de Alcañices, Vivinera, Santa Ana, Alcorcillo, Matellanes, Rábano y San Mamed, nacidos a lo largo del año 1948, han puesto fin a su intensa vida laboral con una fiesta como paso a la jubilación. Ellos serán los últimos alistanos que, tras la reforma laboral, habrán podido jubilarse con 65 años.

Para la mayoría de ellos la vida no fue fácil, incluso a veces llegó a ser muy dura, pues les tocó nacer en la posguerra. La Guerra Civil trajo a lo pueblos alistanos miseria y estrecheces incluso para alimentar unas familias que, coincidiendo con su niñez, fueron numerosas. En los años cincuenta, con unos pueblos súper poblados, Aliste alcanzó el mayor nivel poblacional de su historia. Muchas bocas que alimentar solamente con la agricultura y la ganadería.

Ello trajo consigo que muchos de los que ahora pasan a la tercera edad hubieran de compartir la escuela con las labores campesinas, ayudando a su padres como pastores, zagales y reveceros.

Entre los nacidos en 1948 cada uno se buscó la vida como pudo, unos quedándose en sus pueblos, otros emigrando. En Alcañices, Paulino se convirtió en uno de los empresarios más prestigiosos de la comarca. En Vivinera, Soledad Fagúndez durante varias legislaturas fue su alcaldesa y mano derecha de Tomás Carrión en el Ayuntamiento de la villa.

La fiesta de convivencia y hermandad de los quintos del año 1948, junto a sus maridos y sus mujeres, tuvo su momento álgido en la eucaristía y misa de acción de gracias celebrada en el Santuario Mariano de Peregrinación de Nuestra Señora la Virgen de la Salud de Alcañices donde mostraron su agradecimiento a la patrona de Aliste, pidiéndole salud para seguir la vida en sus pueblos lejos de la rutina laboral.

Tras los rezos y ofrendas, celebraron una comida de hermandad donde unos y otros compartieron recuerdos de toda una vida feliz, aunque no exenta de sinsabores y tristezas. Muchos empezaron a trabajar antes de los 14 años, lo cual supone que durante más de cuarenta han trabajado duro para ganarse el pan de cada día y sacar a sus familias adelante. Un sacrificio aún mayor para quienes se quedaron en los pueblos como agricultores y ganaderos: unos oficios, muy dignos, pero que no saben de domingos y fiestas de guardar: « La vida de agricultor y ganadero es la mejor, pero muy sacrificada, todos los días son laborales, trabajas de sol a sol, de la anochecida al alba, pero mereció la pena. Fuimos felices». La «Charambita de Aliste» puso la música de dulzaina y tamboril para bailar hasta la madrugada.