El pueblo y su término es uno de los lugares mejor documentados en la provincia pues tenemos en el archivo episcopal un primer «Libro de Visitaciones de Algañín» que es el más antiguo de la Diócesis de Zamora (1462) seguido por un «Libro de fábrica» de la iglesia hasta nuestros días (1807-1900 y más, con discontinuidades últimamente).

Desde otro punto de vista, se añade la existencia de un monumento paleolítico, la «Peña del Gato», un altar de sacrificios donde se inscribe el calendario lunar que reproducimos en la figura, que hemos datado aproximadamente en 15.000 a.C. y concuerda en fechas con otros grabados de la región del Duero, como los del Foç Coa portugués, formando unidad con los demás hallazgos (Villardiegua) de la Hoz del Duero.

El propio topónimo de Argañín nos lleva al Paleolítico: existen en la zona Argañán, Arganil (Portugal), Argañoso, etc. La raíz -arg- = brillante, plata, argentífero, etc es paleolítica, y tras la catástrofe diluvial (ca. 10.500 a.C.) y la transformación agrícola subsiguiente se mantiene en raíces lingüísticas latinas y griegas (argyros = brillante, plata,. Argantonio: poseedor de plata/brillante) y en numerosos topónimos.

Pero hay que advertir que su significado de «plata» lleva a error, pues los antiguos confundían la plata con el estaño -no se distingue a simple vista, y solo el «grito del estaño» advierte la diferencia-, y así, curiosamente en la llamada «ruta de la plata» (de Sur a Norte a lo largo de la frontera portuguesa) no hay minas de plata, pero sí de mercurio y estaño, especialmente a partir de Salamanca hacia Galicia, como es el caso de Sayago y Tras os Montes aquí. La otra «ruta del estaño» tan codiciado era marítima, y llevaba a las Islas Casitérites, diversas de la costa gallega. Y es que el estaño era más importante realmente que la plata en sí, al ser uno de los componentes del bronce, que se inicia (Edad del Bronce) ca. del 2.800 a.C. Y de bronce eran las armas griegas y orientales y otros utensilios a partir de su descubrimiento hasta que aparece el hierro (1.200 a.C.).

Argañín es, por tanto, una fundación minera de estaño. El mineral de casiterita (cubitos oscuros, casi negros) se encuentra en superficie en Valdeargañín (redundancia lingüística), y debió de perdurar casi hasta nuestros días. Adviértase que antes del descubrimiento la tarea de excavar era difícil pues no hay instrumentos metálicos. Sin embargo, quedan recuerdos en el folclore local: «entre el Carbayal, la Cueva, y las Mayas, hay una mina de plata para quien sepa encontrarla» (cfr. Basilisa Pérez Peña, de Argañín, ca. 1970) y se mantuvo en la tradición local.

Se tiene por tan rico y abundante en metales este terreno que es común proverbio decir que los sayagueses tiran con oro y plata sus ganados; actualmente se están explotando algunas minas» (Dicc. Madoz: Sayago. ca. 1850) memoria que lleva a que los arreos del ganado, cencerros, esquilas, hebillas, etc. eran de estaño y bronce (plata y oro), y proviene de esa Edad del Bronce.

El segundo tema enlaza con el anterior, datándose de hacia el 15.000 a. C. y es un calendario lunar figurado en la Peña del Gato. Se llama así porque como símbolo de su función presenta la cabeza de un felino nocturno (gato, lince, etc.) en la pared de la peña, indicando su significado lunar (animal nocturno); en otros casos (Villardiegua y su Peña Redonda, la Peña Tú en Asturias, etc) el símbolo es una lechuza, también animal nocturno; aquí la figura es idéntica a la existente en la cueva de Ardêche (Francia) de hacia las mismas fechas. Pero adviértase que la peña donde está la grabación se halla a 4 ó 5 metros de la pileta y grabación principal.

La datación la hemos calculado con referencia a la actual Peña de la Moral (molar, muela, galga, hoy desaparecida), a la puesta del Sol en el solsticio de invierno, resultando aproximadamente la fecha de 15.000 a.C. lo que concuerda con los grabados portugueses de Foz Coa, en la misma zona.

El número de 62 hoyuelos o «coviñas» (gallego) de la cronología lunar, significa lunaciones/meses, período notable (repetición cada 5 años) de la cronología lunar, está más claramente inscrito en la galaica «Láxea das Rodas» (Louro) más cuidada y moderna, y es cómputo ordinario del paleolítico.

Como se ve en el esquema adjunto, hay una pileta en lo alto de la peña (unos 2 m. de altura) actualmente agrietada, que por su tamaño debió de recoger la sangre de la víctima animal (toro, oveja, cabra), a la que se asciende por media docena de escalones en el suelo actual, anteriormente la peña destacaría más, ya que la represa/embalse construido posteriormente para un molino de rodezno, elevó el lecho del antiguo arroyo/ribera formando una amplia explanada/valle.

Bajo la pileta dicha, como referencia a lunaciones o meses, se cuentan 62 hoyuelos («coviñas» gallegas) más otro grupo de 6 + 6 + 1 situados debajo aparte (meses, lunas anuales) del grupo anterior. En el caso gallego de Louro el significado es más claro, ya que las 62 «coviñas», muy bien definidas, están rodeando circularmente la pileta, ésta de dimensiones parecidas. Se añade en la cara Oeste de nuestra peña, bajo la pileta, una figura de serpiente: su forma es una cobra (hoyuelo: cabecita), con cuello horizontal, y cuerpo y cola verticales, a estilo de la cobra. Ello sugiere la existencia del ofidio en la región, difícil en tiempos glaciales del -15.000, pero hay otras serpientes que también toman tal posición cuando se alzan sobre su cola. Indicaría así que se utilizaba el veneno para la caza, cuyo recuerdo actual serian las banderillas de las corridas de toros, lanzadas para adormecer al animal, y atacarlo después.

Una observación a tener en cuenta es que el gato indicativo del lugar se halIa en otra peña adjunta, pero rota, dentro de la pared fracturada, lo que supone que la grabación fue posterior a la fractura de esta peña que vistas sus circunstancias, solamente pudo ser producida por el rayo. Esto confirmaría ceremonias religiosas o similares, ya que la caída del rayo, en una atmósfera sin polución, con alta diferencia de potencial eléctrico, era frecuente en los templos y tenemos continuos ejemplos en la historia de Roma, o en los textos bíblicos, de caída de rayos en los templos y altares especialmente (invocación del rayo sobre la víctima del sacrificio).

Es posible que la frecuencia de caída del rayo acaso lo indique también la devoción a San Bartolomé uno de los «hijos del trueno» del evangelio, cuya cofradía existía ya de antiguo en el 1462 según el citado Libro de Algañín.

En otro orden, de la época ibérica y romana quedan aquí, como en toda la zona, estelas funerarias de radios curvos (6 y 12 radios) en algunas casas del pueblo, y ruedas/piedras de molino de mano, así como algunos raspadores y urnas funerarias, no analizadas hasta ahora. Las ruedas de molino de mano -ya de tiempos agrícolas- eran frecuentes en toda la zona pues se utilizaron hasta el tiempo actual como contrapeso en los «cigüeños», especie de balancines para sacar agua de los pozos, hoy también desaparecidos.

Finalmente, el recuerdo de su importancia perduró hasta tiempos recientes, ya que de Argañín dependieron Monumenta y Villanueva mal Asentada (San Juan de Villanueva, una avanzada militar de defensa y protección de la línea del Duero, frente a la portuguesa Miranda), últimamente dehesa de la que no quedan restos hoy, pero figura a menudo en el «Libro de Argañín» cuyos documentos de iglesia se incorporaron a éste. Lo revela también el hecho de que tuviera una importante iglesia románica, de la que resta una pila bautismal y su cubículo donde se guardaban los Santos Óleos, y algunos arcos interiores de la entrada Oeste, hoy tapiada, cuyos arcos y columnillas exteriores fueron destruidos en parte para hacer el «juego de pelota» o frontón, de la cual aparecen actualmente algunos restos en las paredes de las fincas (ajedrezado de arco, columnillas de la portada, hoy recogidas).