De haber podido figurar en algún libro de los récords a buen seguro que el pequeño pueblo de Figueruela de Abajo y sus voluntariosos vecinos hubieran aparecido inscritos este año por realizar la más larga alfombra floral de la provincia para conmemorar la fiesta del Corpus.

La explosión primaveral, con el campo inundado vegetación, fue la excusa perfecta para dar este año la campanada con un manto de flores silvestres adornando la calle principal del pueblo que, a decir de los vecinos, podría alcanzar los trescientos metros de longitud. Así, una vistosa alfombra natural se extendió el pasado domingo a lo largo de la calle de la Iglesia, por donde pasó la procesión del Corpus. En el centro, una franja de amapolas, combinadas a ambos lados con el amarillo de las escobas, hinojo y tomillo. Una calle adornada por kilos y kilos de flores (cuentan que más de doscientos) recogidas durante la tarde del sábado y la mañana del domingo en los alrededores de Figueruela de Abajo por un grupo de mujeres, entusiasmadas con la idea lanzada por la alcaldesa pedánea, Mari Pérez, que al final se transformó en un reto.

En dos viajes, con el todoterreno y un carro a rebosar de plantas, las voluntariosas vecinas se enfrascaron después en la tarea de picar las flores y desgranar los pétalos para ir colocándolos sobre el suelo de acuerdo con el dibujo diseñado por la joven Cristina Hidalgo. Un trabajo de hormiguitas en el que al final se implicó todo el pueblo, una envidiable lección de comunidad que vería después sus frutos.

El párroco no daba crédito al ver ante sus hijos la laboriosa obra de arte con la que los vecinos de Figueruela de Abajo quisieron conmemorar el Corpus. También sorprendió a vecinos de pueblos del entorno que no dudaron en desplazarse para contemplar la grandiosa alfombra floral y alabarla con sana envidia. «Han hecho un montón de fotos, la gente se ha quedado asombrada», comentaba orgullosa la alcaldesa.

Las alfombras florales para conmemorar la festividad del Corpus no forman parte de la tradición castellana. Sí están muy arraigadas en Galicia y de allí «importó» la idea Susi Sanabria, un hijo de Figueruela de Abajo asentado en aquella Comunidad que, embelesado por las obras de arte que se realizaban en Ponteareas, pensó en copiar tan colorista idea. Y fue así como en este pueblo alistano empezaron a elaborar modestas alfombras junto al altar.

Este año el desafío era mayor. Se propusieron vestir la principal calle del pueblo y lo consiguieron. Figueruela de Abajo no ha tenido nunca un Corpus tan florido. Una celebración que, por la cantidad de pueblos a los que atiende el párroco, hubo de conmemorarse un domingo después del oficial. Es una consecuencia más de la escasez de sacerdotes, obligados a realizar encaje de bolillos para cumplimentar a toda la feligresía.

No importó el retraso porque el pueblo disfrutó de la fiesta como si del mismísimo día del Corpus se tratara. Brilló por todo lo alto.