Dos osos al menos son los ejemplares que vivaquean «con seguridad» en la sierra de Sanabria-Carballeda según apuntó ayer el naturalista Ramón Grande del Brío, así como el estudioso José Piñeiro Maceiras, autor del «Informe sobre el Oso pardo y las montañas galaico-leonesas». Pero aluden a la posibilidad de un tercer ejemplar.

Ambos sostienen que el plantígrado, al que consideran «fuera de la Ley» por su desconsideración administrativa hasta la fecha, nunca debió darse por extinguido en este escenario.

«Hay dos osos en la zona entre Torneros de la Valdería y Vega del Castillo, y, posiblemente, un tercero en el territorio de Peña Trevinca» concretó Grande del Brío.

De confirmarse las referencias y los datos reflejados por ambos naturalistas Zamora sería el límite más al sur de España donde campea actualmente el oso, con las poblaciones radicadas en los bosques asturleoneses y cantábricos, y en los Pirineos.

Otra cuestión cargada de incertidumbre estriba en dilucidar si los osos que pisan los bosques de Sanabria-Carballeda y La Cabrera leonesa son animales que persisten de las viejas poblaciones o, por el contrario, corresponde a ejemplares desgajados de las comunidades del norte. De ahí la importancia de recoger muestras que permitan analizar el ADN de los moradores. Un empeño en el que están enfocadas las investigaciones iniciadas por la Junta de Castilla y León tras conocerse los asaltos a un colmenar en Muelas de los Caballeros.

Grande del Brío precisa que el oso habita «en zonas donde hay troncos de árboles caídos, donde no ha pasado ni una bota, en zonas aisladas y enclaves de robledal, de tejedas antiguas, de serbales del cazador, de diversas especies vegetales e incluso de algunos pinos que han colonizado el lugar». Y, por supuesto, un enclave «con abundancia de agua». Ramón Grande del Brío y José Piñeiro llevan años, décadas el salmantino Grande, revelando los indicios y las posibles correrías. «En el cuaderno mío de Campo de los años de 1970 consta que localizamos un rastro en Trefacio, cerca de un sitio que llaman La Ciudad; y a comienzo de los 80 localizamos en Vega del Castillo», manifiesta del Brío, que añade que «en marzo, de este año, localizamos el rastro en la zona de Escuredo». Pero, tal y como recoge el informe citado, el oso ha dejado prácticamente todos los años constancia de sus andares por uno y otro lugar de la serranía, en casos, con avistamientos de personas inmersas en trabajos de infraestructuras, y en otros, remitiéndose a revelaciones del ingeniero del Servicio de Medio Ambiente de la Junta, en Zamora, Guido de Lema.

El reconocimiento del delegado Territorial, Alberto Castro, de que la presencia del oso es conocida por la Junta, es un paso que ha llamado la atención de los estudiosos por cuanto que, hasta la fecha, todo eran negativas.

En el criterio de José Piñeiro Maceiras «la Administración tendrá que tomarlo en serio y mirar todas las posibilidades». Señala que «la Administración debe vigilar el hábitat de conservación y dejarse de medidas draconianas. Si el oso está ahí, o nos ha visitado sin un programa especial, puede seguir haciéndolos con un marco jurídico». Piñeiro considera que contar con una especie de esta simbología «es bueno para el animal y, a nivel de turismo, para Sanabria y Carballeda». Es interesante, dijo, «porque puede suponer una generación de recursos económicos y sociales». Es bueno, además, el reconocimiento «a nivel de la opinión pública porque puede haber daños atribuidos al lobo que son de oso, y habrá que analizarlos». Incide en afirmar que «el reconocimiento de la Junta de Castilla y León es bueno para los agricultores y para los apicultores», y repara en que los gastos del oso tienen que ser pagados desde la prohibición de su caza por orden de la década de 1950. «Lo que hace falta es acelerar los pagos y probidad» dijo.

También del Brío señala que «para los naturalistas, conservacionista, biólogos, Administración y para la sociedad supone un alivio, y es un factor interesante poder destacar que en Zamora hay lugares en los que se puede mantener la fauna. Zonas que son joyas porque ecológicamente son poco alteradas y de escasa incidencia humana».

Piñeiro Maceiras quiso aplacar la preocupación de los ganaderos señalando que «el oso es un animal bastante pacífico, y si ha pasado inadvertido es que puede convivir con la zona siempre que el hábitat esté conservado en buenas condiciones».

La gestión de los montes es otra de las actuaciones sometidas a debate y a la disparidad. Respecto a las actuaciones repobladoras llevadas a cabo en la zona, Piñeiro Maceiras, indica que «no han sido muy correctas porque se ha partido de que el no existían úrsidos». Con el plantígrado instalado o rondando estos parajes de La Cabrera se aboga por la introducción «de más plantas que las coníferas».

Del Brío, por su parte, subraya que «la Administración debe preservar los montes en su estado primigenio, porque aportan comida y tranquilidad, que es lo que necesita el oso, y también zonas de invernada». Es partidario de no entrometerse de ninguna manera, «ni con mejoras ni con peoras».

Las revelaciones de ambos estudiosos han sido siempre ninguneadas por la Junta de Castilla y León, hasta este año, en que el delegado Territorial de Zamora, Alberto Castro, ha reconocido la presencia del gran mamífero. «Dicha especie no se halla presente en la provincia de Zamora» respondió sin más añadidos el jefe del Servicio de Medio Ambiente, en Zamora, a un escrito enviado por Piñeiro en el año 1999. «La única información existente en nuestros archivos sobre el oso en esa zona es el informe del «Oso en León», firmado por usted», contestaron en León. «Aparte de este informe, no consta en nuestros archivos ninguna información documental (informes, ficha de observación, fotografías, expedientes de daños, etc.) que confirmen la presencia actual o pasada del oso en esa zona de la provincia» añadía la contestación. La Xunta de Galicia, sin embargo, reconocía la existencia de algunas presencias e incluso de algunos daños.

Pablo Pérez García concluye en el informe citado que «lo que parece más prudente es aceptar que el plantígrado continúa aún habitando en estas montañas olvidadas; aunque en los últimos tiempos pueda considerársele como un animal sin papeles, es decir fuera de la ley».

«Debiera sostenerse que la especie nunca llegó a desaparecer en las montañas galaico-leonesas de manera definitiva» expresan los autores del informe, «al disponer de algunos testimonios inconciliables con la postura oficial, que sostenía que los posibles ejemplares de la zona sólo podían ser meros errantes venidos del norte».

«El oso es un factor interesante que resalta que Zamora tiene lugares para mantener la fauna»

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Historiador y naturalista

«La gestión del monte no ha sido correcta porque se partía de que no existían úrsidos»

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Abogado y naturalista