El día 28 de mayo de 1864 se inauguraba el último tramo, desde Toro, de la línea del ferrocarril de Medina a Zamora, barajando ya entonces el consejo de administración de la compañía ferroviaria, presidida por Antonio Cánovas del Castillo, el sueño de la conexión con Galicia por tierras alistanas. Habrían de pasar 86 años hasta que en 1927 comenzará a ejecutarse un proyecto, sueño del capitalismo gallego en 1852: unir La Coruña con Orense y Zamora, suspendiéndose las obras con la Guerra Civil.

Tras inaugurarse el tramo de Santiago a La Coruña (14 de abril de 1943) le llegó el turno hace sesenta años, el 24 de septiembre de 1952, al tramo desde Zamora a Puebla por Aliste, Tábara y Alba. Aún faltaba el último tramo, 71.580 metros, a Orense, con 50 kilómetros a través de túneles, 106, que no sería inaugurado por Franco hasta el 1 de julio de 1957. Hace ya cincuenta y seis años de aquel histórico día en que las gentes de los pueblos hubieron de dejar la siega del centeno para acudir no a dar la bienvenida al tren, que también, sino a cantar el Cara al Sol al paso del caudillo de El Ferrol. Por la cuenta que les tenía.

La Zamora a Puebla había sido entregada a Renfe el 8 de abril de 1953. Llegó la locomotora que los alistanos llamaron «Bocanegra» como el último tren hacia la esperanza. Hoy cuando la vida de quienes trabajaron en las vías languideció de nada habrán servido las duras tareas de sol a sol para colocar los 26.000 carriles y 230.000 traviesas además de 3.400 postes de carril en los 106 kilómetros y 870 metros entre Zamora y Puebla. A 6 pesetas por peón mayor de 16 años, la mayoría, por acarrear las piedras de la sierra. Para ellos fueron las migajas de los 34.785.895,93 pesetas invertidos. Sudores y sacrificios en vano que a muchas mujeres dejaron viudas y a muchos hombre arriñonados de por vida. Era esta tierra humilde y sus habitantes estrenaron tren viajando en tercera por 10 pesetas y 80 céntimos de Abejera a Zamora, que en primera costaba 22,95.

En Orense parte de las estaciones salvaron gracias a su rehabilitación en el Plan Inorde.

En Zamora, Abejera, Las Torres y Losacio son clara muestra del abandono de Renfe y su falta de compromiso con Aliste. Los alistanos que un día vieron abrir una puerta a la esperanza asumen ahora con resignación que el último tren, el del progreso, pasará, sin haber sido capaces de subirse a él. La locomotora se perderá en la lejanía y las estaciones agonizarán en la serranía.

Es la crónica de una muerte anunciada, que no por ello será menos dolorosa: con la esperanza agonizando y nuestros deberes al día solo nos queda luchar por nuestros derechos y dignidad, deshumanizada por números y políticos.