Cuenta Otilio Heras que en sus 62 años no había visto nada igual. Acostumbrado a levantar la cabeza para divisar los numerosos nidos de cigüeña que pueblan la zona, este ganadero no se hace a la idea de que el ave se haya plantado en una cortina de su propiedad. Rompiendo los hábitos de estos pájaros, que habitualmente seleccionan los sitios más elevados para construir su casa, la cigüeña de Luelmo ha protagonizado un hecho cuando menos curioso.

«Hace unos días un cuñado empezó a decir que había una cigüeña cogiendo pajas y amontonándolas en una tierra». Poco a poco el montoncillo fue tomando forma hasta distinguirse entre la hierba, donde el pájaro encontró el acomodo ideal. Durante unos días ha sido la sensación en Luelmo. ¡Una cigüeña que anida en el suelo!, no lo podían creer. Muchos vecinos se han acercado hasta la cortina situada en el camino hacia Moral para observar el fenómeno, confiando incluso en ver el huevo.

Era extraño que el animal, que gusta de buscar lugares elevados e inaccesibles, le fuera a poner tan en bandeja su propiedad y las posibles crías a los depredadores. Un festín que a buen seguro no se iban a perder los zorros o incluso los perros que andan por el campo.

Pero no. «Al ver las piedras entre las pajas alguno pensó que era un huevo» cuenta Otilio, quien solo encuentra una explicación al comportamiento tan inusual de la cigüeña. «Había tenido una pata rota porque andaba coja, igual ha estado en un centro de recuperación y se ve que está curada; puede que con la lesión se acostumbrara a andar más por el suelo y así ha ido preparando el nido».

Esa sería la causa de que el ave rompiera el hábito de su especie y comenzara a armar la construcción en una tierra de labor. Tierra que el ganadero se vio obligado a arar, después de comprobar que el animal no había criado; «si no lo hubiera dejado, pero las tierras no echan pollos» bromea.

La presencia de la cigüeña ha mantenido la curiosidad en el pueblo, aunque no era fácil observarla en el nido porque en cuanto veía algo extraño se levantaba. Hasta que Otilio no tuvo más remedio que seguir con su faena y entró con el tractor a arar la finca. Antes de llegar al nido y mientras hacía la labor, el agricultor pudo comprobar cómo el ave defendía sus dominios. Cuando se acercaban otras cigüeñas a la tierra recién levantada que tanto gustan de picotear «iba hacia ellas y nos las dejaba». Defendía su territorio.

Pero el encanto se rompió. El arado acabó con el nido y la cigüeña anda revoloteando sin que se sepa, de momento, dónde asentará la nueva casa. «Tenía que preparar la tierra porque hay que dar de comer al ganado» explica Otilio, quien jamás pudo imaginar que tendría de «ocupa» en su cortina a una cigüeña. Un ave muy familiar para los vecinos de Luelmo.

No son pocas las copas de los árboles sobre los que esta especie tan sociable construye sus enormes nidos, acostumbrada a asentarse cerca de las poblaciones y a acercarse durante la labranza de la tierra o al ganado mientras pasta. Se trata de una zona muy propicia para el anidamiento donde es frecuente ver a las aves en las alturas. No en el suelo.