La villa de Tábara abría ayer, como manda la tradición cada Lunes de Pascua, el calendario romero de «La Raya» de España y Portugal con la celebración por todo lo alto en la ermita de las cumbres de la mítica y mística Sierra de la Culebra de la fiesta campestre en honor a San Mamés y San Blas. La climatología adversa mantuvo en vilo a los devotos durante la noche y luego hasta media mañana. Al final escampó, alternándose sol y las nubes, que si permitieron la popular celebración romera.

Los actos religiosos comenzaron con el canto del ramo por parte de las mujeres como paso previo a la eucaristía oficiada por el párroco José Manuel Ramos Gordón, presidida por el alcalde José Ramos San Primitivo, el Juez de Paz y miembros de la corporación municipal, además del vicepresidente de la Diputación Provincial de Zamora Aurelio Tomás. El templo se quedó pequeño para acoger a todos los fieles que hasta allí acudieron.

Finalizada la santa misa los santos Mamés y Blas bajaron del retablo mayor hasta el altar y por allí los devotos, hombres y mujeres, niños, jóvenes y mayores fueron pasando ante ellos haciéndole sus ofrendas, agradecimientos y peticiones divinas en pro de la buena salud. San Blas es el protector de la garganta y San Mamés de las rodillas y articulaciones. Los feligreses cumplieron con la tradición de pasarles su pañuelo por el de los santos, darle un beso y encenderles velas en su honor en espera de ser atendidos por las gracias pedidas para uno mismo o algún familiar que no pudiera hasta allí acudir.

Finalizados los rezos y las oraciones los romeros dejaron la colina para bajar al verde valle y allí el primer acto y uno de los más atractivos fue la subasta de los bollos maimones y del popular ramo que cada año alcanzó un alto precio al haber muchos interesados en él.

Guillermo Franganillo y su banda fueron los encargados, como ya viene siendo habitual en los últimos años, de animar el ambiente y los bailes campestres con la mejor música de ayer y hoy.

La jornada, a pesar de las previsiones, estuvo muy animada y la romería muy concurrida, destacando como no, la comida campestre, que es siempre una de las cosas que más fomenta la hermandad y la convivencia entre todos los asistentes.