Cuando Lucio Vallejo llegó a Pedralba de la Pradería y comprobó el precario estado de la ermita de Santa Lucía al momento pensó que había que hacer algo. Reunió a los feligreses y no tardó en organizar una colecta para poder arreglar el pequeño templo. Resuelto y eficaz, recién salido del seminario, el joven cura ya apuntaba maneras. Allá por el año 90 cincuenta mil pesetas era dinero; aún así el pueblo respondió a la llamada del sacerdote de 27 años que con tanto brío asumió su primer destino pastoral.

Ángel Lucio Vallejo -don Lucio para el común aunque dicen que no le molestaba el tuteo-, es hoy número dos de las finanzas de la Santa Sede en su condición de secretario de la Prefectura para los Asuntos Económicos del Vaticano.

El recorrido hasta situarse en las más altas instancias eclesiales comenzó en un entorno bien distinto, un rincón de la comarca de Sanabria donde inició su andadura como modesto cura de pueblo. «Llegó para sustituir a un sacerdote que habíamos tenido de toda la vida, don Francisco Vara Gullón; desde el primer momento se hizo muy bien con la gente y fue muy apreciado» recuerda Gregorio Arias Mayor, quien fuera alcalde de Pedralba durante casi cuarenta años. «El obispo (por entonces Antonio Briva Miravent) estaba encantado con él, llevaba las cuentas al día», apostilla el regidor.

A buen seguro que aquella habilidad con los terrenales asuntos económicos fue determinante para que a los tres años de aterrizar en Sanabria fuera fichado como ecónomo del Obispado de Astorga, el más joven de España en ese puesto. Y dos décadas más tarde diera el salto a la Santa Sede de la mano del anterior Papa, Benedicto XVI. Cuentan que fue durante la Jornada Mundial de la Juventud, a la que asistió el pontífice y una vasta representación de la Curia, donde se habría fraguado el fichaje, avalado por la brillante gestión del patrimonio astorgano.

Lo cierto es que en los apenas tres años que ejerció como párroco en Pedralba, Calabor, Rihonor, Santa Cruz de Abranes y Lobeznos (después se haría también cargo de Ungilde y Rihonor), el religioso dejó una impronta que aún se recuerda por aquellos pagos. «Hizo una labor muy buena y por eso le despedimos a lo grande», reitera Gregorio Arias. Misa, arropado por sus compañeros, merienda y fiesta en la plaza.

La restauración de la ermita de Santa Lucía se recuerda en Pedralba como el principal legado Lucio Vallejo. Una obra que los albañiles del pueblo remataron altruistamente los domingos porque se acabó el dinero antes de concluir la intervención, como recuerda José Rodríguez, uno de los voluntariosos trabajadores.

Uno de sus colegas más cercanos fue José Antonio de la Fuente, quien compartió vivienda en Puebla durante un año con Lucio Vallejo, hijo de un labrador con «con una fuerza impresionante» que había sido alcalde del pueblo. «Yo le calificaría como un gran pastor y un gran gestor. Acudíamos todos los meses a las confesiones en sus parroquias y él me acompañaba a las mías. Había cola para confesarse. Era un hombre de mucha oración, muy entregado». Tanto que este sacerdote, encargado de las parroquias de Galende y presidente de la Cofradía de los Falifos de Rionegro del Puente, destaca la admiración que «don Lucio» causó entre sus propios compañeros de la zona, algunos de ellos jubilados. «Recuerdo que alguno le llegó a decir al obispo "don Antonio ¿usted sabe bien lo que tiene aquí, se ha fijado en los valores de este sacerdote?"».

Las felicitaciones por su buen hacer llegaron en aquellos años hasta de la mismísima Diputación Provincial. «Coincidía mucha gente en que una persona como él estaba llamado para mucho más que estar en las parroquias porque ponía todas sus cualidades al servicio pastoral y de la Diócesis» precisa José Antonio de la Fuente.

No le sorprendió por tanto a este sacerdote que las instancias vaticanas se fijaran en la trayectoria de Lucio Vallejo para confiarle las siempre delicadas funciones económicas.

En su haber, dos décadas como responsable de los dineros de la Diócesis -con jurisdicción en las provincias de Zamora, León y Ourense-, durante las cuales monseñor Vallejo desplegó una eficiente defensa del patrimonio eclesiástico matriculando numerosas propiedades. Una operación no exenta de polémica y, de hecho, hay pueblos donde se recaba documentación para defender lo que los vecinos consideran propiedades comunales que han quedado registradas en favor del clero.

Durante sus años de ecónomo se recuerda también algún litigio tan sonado como el que protagonizó el Obispado con el Ayuntamiento de Palacios de Sanabria por la propiedad del terreno del viejo cementerio sobre el que el Consistorio construyó una plaza. La denuncia de la institución eclesiástica en defensa de lo que consideraba suyo llegó hasta la Audiencia Provincial de Zamora, que condenó al Ayuntamiento a devolver al clero el terreno en cuestión.

«Hubo una época en la que a los organismos civiles, fundamentalmente a las diputaciones, les entró la fiebre de hacerse con propiedades que no eran suyas y Ángel Lucio lo que hacía era defender el patrimonio del Obispado» cuenta el cura de San Pedro de Ceque, Aurelio Miguélez. Coincidió con él estando de párroco en la Alta Sanabria y recuerda su habilidad «para convencer a los alcaldes y que sacaran dinero de donde fuera, cuando había que hacer alguna obra». Facilidad en el trato y carisma parecen cualidades que adornaban a este sacerdote riojano que, «como buen miembro del Opus, tenía la biblia en una mano y el dinero en la otra», resume otra persona que lo conoció en la etapa pastoral en Sanabria.

Más armoniosas fueron operaciones que reportaron legítimos beneficios a la Diócesis como la venta de la antigua casa rectoral de Pedrazales a un particular que después la convertiría en un centro de turismo rural.

«Gracias a Lucio». José Antonio de la Fuente recuerda esa frecuente expresión en tantas gestiones en las que intervino el religioso, asentado en Roma desde hace dos años donde vive con su madre. Pese a la distancia, los sacerdotes han mantenido contacto. «Me llama de vez en cuando y sigue siendo esa persona cercana y atenta con todo el mundo. Los que le han elegido no se han equivocado», sentencia el compañero.